miércoles, 21 de marzo de 2012

"De las manos de Hergé, a las cámaras de Spielberg"

Título: The Adventures of Tintin (Las Aventuras de Tintín)
Año: 2011
Género: Animación, Acción, Aventura
Director: Steven Spielberg
Guión: Steven Moffat, Edgar Wright, Joe Cornish (escrita por), Hergé (serie de cómics "Las Aventuras de Tintín")
Duración: 107min
Reparto: Jamie Bell, Andy Serkins, Daniel Craig, Nick Frost, Simon Pegg
Produc.: Columbia Pictures, Paramount Pictures, Amblin Entertainment, WingNut Films, The Kennedy/Marshall Company, Hemisphere Media Capital, Nickelodeon Movies
Presup: $130 millones aprox

En Las Aventuras de TinTín: El Secreto del Unicornio, tras hacerse retratar en una feria artesanal, Tintín se topa con un vendedor que le ofrece la maqueta de un barco. El joven periodista se queda con la compra, a un precio que, más tarde, habrá pasado a sonar excesivamente barato, cuando descubra las increíbles aventuras que dicho navío le depara y de la fortuna a la que podría llegar a acceder, al final del camino. No obstante, claro está que nada de esto será de trámite fácil, cuando deba enfrentarse al temible Ivan Ivanovitch Sakharine, quien planea sabotear sus planes. Será así que Tintín deba valerse de la ayuda de su perro Milú, de su nuevo amigo, el capitán Haddock y de los policías, Hernández y Fernández, dos torpes, pero siempre bienintencionados servidores de la ley, para salir victorioso.
Con Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio, el célebre director norteamericano Steven Spielberg se ha puesto, finalmente, manos a la obra, cumpliendo con su sueño de llevar a la gran pantalla al más reconocido personaje de historieta de la obra de Hergé, creado en 1929.
Largo rato tuvo que pasar antes de que este director se pusiera a trabajar en la película, si tenemos en cuenta que él ya poseía los derechos en 1983. Resulta, asimismo interesante saber, cómo fue que dibujante y director supieron, cada uno de ellos, acerca del otro. Por un lado, El Diablo sobre Ruedas (1971) fue la primera película que Hergé afirmara haber conocido de la filmografía spielberiana y, según sus propias palabras, la misma le habría gustado tanto, que desde ese momento procuraría no perderse ninguna otra.
Por el otro lado, Steven Spielberg conocería al dibujante, luego de que en 1981 estrenara Indiana Jones y el Arca Perdida. En una ocasión en que se encontraba viendo una crítica francesa, el director notó que en dicho texto se hacía constante referencia a un tal Tintín, por lo cuál decidió recurrir a alguien que le tradujera. De inmediato pudo enterarse de que, según la crítica, su película representaba un claro homenaje a Hergé. Sin embargo, lo curioso del hecho era que Spielberg nunca había oído de tal individuo, hasta ese entonces. Sería así que Steven decidiría informarse más al respecto y leer dicho cómic, algo que desembocaría en su inmediato fanatismo y su posterior adquisición de los derechos para adaptarlo. Algo que incluso serviría de aún mayor inspiración para este hombre, sería enterarse de que el propio Hergé lo considerara a él como el realizador ideal para hacer de su personaje una película. Según las propias declaraciones del autor: “Si alguien puede llevar satisfactoriamente a Tintín a la pantalla, es este joven director americano”. Esto había sido escrito por el caricaturista, poco antes de morir, en 1983, cuando las negociaciones entre este y Spielberg, acababan de iniciarse.
De esta manera, y aunque tras un, algo tardío comienzo, Spielberg finalmente dirigiría el rodaje de la película en marzo del 2009, en un total de 32 días, para cederle luego el material grabado a los expertos en efectos especiales, encargados de darle color a un trabajo hasta entonces, de sólo Captura de Movimiento. Cabe mencionar que en un principio Spielberg había querido adaptar a Tintín en una película de acción real, a lo que Peter Jackson tendría que disuadirlo de que una película con actores de carne y hueso no haría justicia al cómic. La idea de Jackson era que todos los personajes fueran diseñados en base a esta captura, con la excepción de Milú, a quien veía mejor, enteramente digital. Es así, que Las Aventuras de Tintín pasaría a ser el primer filme animado, dirigido por Steven Spielberg.
Pasando ahora a mis propias observaciones, creo que es importante saber distinguir entre “animación” y “argumento”. Tras verla, más de una vez cometí el error de expresar en voz alta: “Es Indiana Jones, pero en dibujos”. Esta afirmación, al final de cuentas, podría terminar pareciendo negativa, para todo aquel que se considerase fanático del cómic, además de errónea, si consideramos que Tintín surgió mucho antes que el arqueólogo y, en cuyo caso, lo correcto habría sido decir: “Es Tintín, pero con actores”. Pese a esto, he de aclarar que nunca fue mi intención rebajar esta adaptación cinematográfica de nuestro querido personaje, como tampoco menospreciar la tetralogía del doctor Jones. La que, en cambio, sí ha sido siempre, mi intención, era dar a entender que esta aventura, llevada al cine, guarda un muy notable parecido a las vividas por el personaje de carne y hueso, interpretado por Harrison Ford. De esta manera, cualquiera que la viera, ya fuera que se tratase o no, de un fan del cómic, creo yo, debería contemplarla con la suficiente lucidez, como para notar la indudable similitud entre ambos protagonistas. Y es que uno debería aceptar que ambos, cada cual dentro de su universo (uno, un periodista y el otro, un arqueólogo y profesor de historia), viven sus aventuras bajo el mismo modelo de circunstancias, como el estar siempre buscando tesoros, al borde de la muerte, el ser constantemente perseguidos y el estar siempre esquivando balas, por decir algunos ejemplos.
Fuera de esto, Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio acaba por ser una película entretenida, para pasar el rato, pero que, en términos de animación, tanto a nivel de los escenarios, como de los personajes, recuerda mucho a lo hecho en películas como Avatar (2009) o Alicia en el País de las Maravillas (2010). Estas dos, sinónimos de sobresaliente calidad visual, y en donde las imágenes tridimensionales estaban dotadas de tal realismo, que incluso se hacía difícil creer que no hubieran sido hechas de filmaciones reales, sino, imágenes generadas.
Finalmente, pongo a colación lo que me significó a mi, ver esta película. Y no dudo que me pueda estar expresando como alguien que nunca ha tocado ni un solo cómic de Hergé y que carezca de un real entendimiento de la verdadera esencia de su personaje, cuando digo que, mientras la veía, hubo un momento en el que llegué a pensar: “Esto yo ya lo vi antes”. Lo que pasa, es que si uno se tomara el trabajo de quitarle a Tintín todo su misticismo, sería posible pensar que lo que uno está viendo es algo así como una quinta entrega de la franquicia de Indiana Jones, salvo que adaptada en su totalidad, al formato animado. Entonces, si obviamos por un instante todo lo que significa el maravilloso arte de la animación (y en este caso, en 3D), todo podría, perfectamente, reducirse a: joven aventurero que enfrenta los peores peligros, en busca del más oculto de los secretos y de la mayor de las recompensas. Visto desde esta perspectiva, Las Aventuras de Tintín acaba siendo mucho más sobre acción y adrenalina, que sobre un buen argumento, lo que no es, en realidad, algo malo. Esto simplemente significa, que no hay una intención de su creador (en este caso, del director) por explorar en el rubro de las relaciones humanas, porque no es eso a lo que se apunta.
En definitiva, y dicho lo dicho, Las Aventuras de Tintín: el Secreto del Universo, ya sea que uno la viera en 2D o en 3D, supone el entretenimiento asegurado, y no serán pocos los que le concedan a Hergé la razón sobre Spielberg.

Mi puntaje: 7/10


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