Título: God bless America (Dios bendiga a América)
Año: 2011
Género: Comedia, Crimen
Director: Bobcat Goldthwait
Guión: Bobcat Goldthwait
Duración: 105min
Reparto: Joel Murray, Tara Lynne Barr, Mackenzie Brook Smith, Melinda Page Hamilton, Rich McDonald
Produc.: Darko Entertainment
En Dios bendiga a América, Frank (Joel Murray), un desempleado inadaptado, y Roxy (Tara Lynnne Barr), una rebelde adolescente, se unen para llevar a cabo lo que ambos creen EEUU ha estado necesitando desde hace ya algún tiempo: acabar con toda la inmundicia.
Año: 2011
Género: Comedia, Crimen
Director: Bobcat Goldthwait
Guión: Bobcat Goldthwait
Duración: 105min
Reparto: Joel Murray, Tara Lynne Barr, Mackenzie Brook Smith, Melinda Page Hamilton, Rich McDonald
Produc.: Darko Entertainment
En Dios bendiga a América, Frank (Joel Murray), un desempleado inadaptado, y Roxy (Tara Lynnne Barr), una rebelde adolescente, se unen para llevar a cabo lo que ambos creen EEUU ha estado necesitando desde hace ya algún tiempo: acabar con toda la inmundicia.
Probablemente muchos vean en esta película un respiro con respecto al típico cine de entretenimiento. Dios bendiga a América parece ser la obra de algún director realmente enojado con los estadounidenses. Para ser más exactos estamos hablando del Sr. Robert Francis Goldthwait, mejor conocido como Bobcat Goldthwait, nacido el 26 de mayo de 1962, nada más ni nada menos que en Syracuse, “Estados Unidos”. Lo que lleva a que uno se pregunte qué sentirá él, exactamente, por su país. Podríamos asumir que lo avergüenza.
En Dios bendiga a América se nos revelan, precisamente, varias de las razones por las cuales cualquier lúcido residente norteamericano podría pensar: “Dios maldiga a este país, repleto de ignorantes, materialistas y egocéntricos”. La cinta representa, lisa y llanamente, la crítica a una sociedad en la que ciertos sectores no han tardado en caer en la peor de las decadencias, y esto, por ejemplo, manifestado a través del consumismo, del ciudadano irrespetuoso y de los programas televisivos, que mas que incentivar el buen crecimiento individual, podríamos asumir que se han propuesto acabar con todo posible indicio de seres pensantes. Bobcat no desperdicia ni un solo minuto y aborda algunos de los defectos que ve en su gente, sin andarse con vueltas.
Frank es un empleado de oficina divorciado, que ronda en los cincuenta años, cuya ex esposa es una mujer de pocas luces, su hija, una niña malcriada y sus vecinos, una pareja de subnormales, incapaces de callar a un bebé que se la pasa llorando. Todo este panorama no sólo carece de aspectos positivos, sino que ha convertido a Frank en una bomba de tiempo. La sociedad entera está repleta de ineptos y alguien debería tomar manos en el asunto.
Ya en la primera escena Frank, se ve muy lejos de estar distendido. Mientras mira la tele (con toda la porquería que hay en sus canales) debe soportar a los, ya mencionados, mal nacidos de al lado, quienes se encuentran del otro lado de la pared de su living. Frank sólo quiere un rato de paz, antes de retornar, al día siguiente, a su cubículo, rodeado de más idiotas.
Bobcat aprovecha esta maravillosa oportunidad para que veamos qué es lo que le está sucediendo a Frank, internamente. De pronto ha entrado armado a la casa de sus vecinos, para hacerle un bien a la humanidad y acabar, tanto con ellos como con su bebé, de una manera radical, a punta de escopeta. Por suerte, tan pronto como vimos la situación, salimos de la misma, para estarnos tranquilos de que todo ha sido un montaje construido en sus fantasías.
Resulta sumamente atractiva la manera en que el director nos describe, valiéndose de la “caja boba”, la pérdida de valores y el lamentable rumbo que ha tomado esta sociedad. Todo lo que Frank tiene ante sus ojos puede resumirse a actos de vandalismo, burlas a la política, discriminación, pautas publicitarias que exponen la basura que se vende hoy en el mercado, y lo más asombroso de la nueva era televisiva, destructivos reality shows. De esos que cuentan con el poder de reducirnos el raciocinio a las dimensiones de una avellana.
Frank, que padece jaquecas, visita a un médico para que le digan que tiene un tumor y que le queda poco. Tras la noticia, la opción más inmediata es el suicidio. Es que la sociedad entera se ha ido al demonio y, dado lo que le espera, ya no ve razones para aplazar más su muerte.
Pero, de pronto, un programa logra captar su atención. El punto de giro ocurre, precisamente, cuando a través de un reality show Frank comprueba que aún existen motivos por los cuales demorar su propia partida. En este reality en particular, una tal Chloe (Maddie Hasson), una adolescente rubia y atractiva, de cuerpo bien cuidado, pero de carácter horrendo, demuestra tal falta de cerebro, que hasta hace visible cuando dice: ”Mi nombre es Chloe, vivo en Virginia Beach y todo el mundo me quiere porque soy tan linda”. Luego vemos a sus padres y comprendemos que, “de tal palo, tal astilla”. Frank, por cierto, ya ha tenido suficiente.
Si hubo alguna vez un ciudadano que se animara a decir en voz alta “Dios bendiga a América”, entonces, una de dos: o estaba loco de remate, o acaso habría dado con personas cuerdas y decentes, pero que luego habían quedado reducidas ante una amplia mayoría de energúmenos. Errónea o no, esta frase, Frank está dispuesto a darle sentido y su primer objetivo será esa chica tan bonita.
De aquí en más, y por intermedio del humor negro, es que se entremezclan algunos de los mejores ejemplos de una realidad diaria, con la que muchos, seguramente, se sientan identificados.
Al poco, Frank conoce a Roxy, una joven con quien comparte, en muchos aspectos, su visión general de las cosas, con la salvedad de que hay en Roxy una postura mucho más resuelta. Él quiere escoger a sus víctimas y limitarse a acabarlas, y en cambio ella, pretende moverse más deprisa e ir ya mismo a sembrar el pánico, deseosa de adrenalina, para matar y luego celebrarlo.
Roxy no duda en unírsele en lo que será una matanza al más puro estilo de Bonny y Clyde, salvo que, sin los bancos. Ambos van incluso vestidos con gorros parecidos a los de su antecesor, dúo criminal. Más tarde en un motel, Frank adquiere mejor armamento, pasándose de una pistola a una escopeta. Y ahora, sí… Empieza la verdadera diversión.
Bobcath Goldthwait crea, en definitiva, a dos personajes que sean capaces de representar de manera perfecta la idiotez humana. Frank, quien tiene sus problemas, tanto de salud, como el de ser un inadaptado, y a quien no se le ha ocurrido nada mejor que, antes de morirse, salir a los escopetazos. Y Roxy, quien está tan mal del coco que, para empezar, ha huido de dos padres que la querían y sufren su ausencia, argumentando con que en su casa abusaban de ella. O sea que, los mismos que se han propuesto ha limpiar la escoria, no son más que una parte misma del problema.
Una vez que la película llega a su fin hemos conocido a un director que no ha perdonado a nadie, y que pretendiera llamar la atención a aquellos que tuvieran la fortuna de no formar parte de esa mayoría con capacidades limitadas.
Por mi parte, no residiendo en los Estados Unidos, ni siendo tampoco de origen norteamericano, poco es en realidad lo que me corresponde opinar al respecto. Es muy fácil, a veces, opinar o criticar desde afuera, pero muy preferible, no hacerlo. Bobcat, en su lectura es muy claro, pero en principio lo tomo como sólo eso, una lectura.
Mi puntaje: 7/10