martes, 28 de febrero de 2012

"Cuando el amor no tiene barreras"

Título: Viudas
Año: 2011
Género: Drama
Director: Marcos Carnevale
Guión: Marcos Carnevale, Bernarda Pagés
Duración: 100min
Reparto: Valeria Bertuccelli, Graciela Borges, Rita Cortese, Martín Bossi
Produc.: Aleph Media, Corbelli Producciones, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Patagonik Film Group, Tronera Producciones

En Viudas, una mañana, Elena (Graciela Borges) se haya dirigiendo un documental, cuando recibe un llamado urgente del hospital, en donde acaban de ingresar a su marido Augusto. Interrumpiendo la filmación, Elena llega al sanatorio en el preciso instante en el que se han cerrado las puertas del quirófano y Augusto ha sido internado por un infarto. Con todo, acompañando la camilla había una chica, su nombre Adela (Valeria Vertuccelli), a la que ahora ve alejarse y a quien Elena desconoce.
Elena, sentada en la sala de espera aguarda junto a Esther (Rita Cortese), su amiga y asistente, cuando ve, a través de la ventana, que en el patio está la chica a la que había visto un rato antes, y que se le ocurre que debe de ser quien lo encontró y lo llevó a la emergencia. Para quitarse las dudas, Esther decide salir a hablar con ella, en tanto que Elena las mira desde el otro lado y sin posibilidades de escuchar una palabra. Nosotros oímos una parte de la conversación, en donde una joven, excesivamente preocupada como para tratarse de una desconocida, le informa a Esther que ella no piensa retirarse, hasta que Augusto no se recupere. El resto de la conversación lo vemos desde el punto de vista de Elena y sólo a base a gesticulaciones físicas. Cuando, minutos más tarde, Esther vuelva adentro, cuidando sus palabras le dirá a su amiga que tenía razón y que la chica fue quien lo encontró y lo trajo.
Hasta aquí la situación parecería no tener nada fuera de lo común, salvo que en otra escena, una enfermera pide a Elena que saque a su hija de la cama de su padre, algo que Elena no comprende. Cuando, entonces, ella entra a la habitación y ve a esa desconocida acostada junto a su esposo, la hecha, inmediatamente, enfurecida.
De vuelta con su marido y ahora molesta, Elena le pregunta a un hombre, incapacitado para responderle, en su estado de inconsciencia, si él la estaba engañando, pero es de entenderse que lo que Elena, en realidad desea, es descargarse.
Más adelante, en la jornada del entierro, Elena y Esther se están retirando, tras el último adiós, cuando ven acercarse a Adela, ahora con un ramo de flores que entrega a Elena, quien a su vez se lo cede a Esther, de mal gusto.
Pasado el último encuentro y cuando ya ha quedado claro que Adela había sido la amante de Augusto, Elena se prepara para empezar a vivir, sin el que fuera el hombre al que amó, sin tener la menor idea de los problemas que se le vienen, ya que esa chica no piensa dejarla en paz. Seguidamente, en el día de su cumpleaños, Elena recibe a un inesperado e indeseado visitante. Adela, con un ramo de flores, espera a que le abran la puerta, pero Elena por intermedio de Justina, le pide que se vaya. Caída la noche, Adela vuelve a insistir, llamándola, esta vez, por teléfono y deseándole feliz cumpleaños, poniendo a prueba la tolerancia de una viuda, que quiere que la dejen en paz. Así el director nos sigue anticipando lo que se viene, en tanto que nos hace cuestionarnos cuál será el problema de la chica. ¿Acaso estará loca? ¿O será algún tipo de sicótica?
Finalmente, Elena recibe una llamada a la que responde que sí, que ella es a quien buscan, pero no, ella no tiene ninguna hija. Sin embargo, ahora las cosas han pasado a mayores y se la requiere urgente. Elena llega al apartamento que Adela había compartido junto con su esposo, para encontrarse con la afortunada sobreviviente de un intento de suicidio, echada en una cama y a pleno llanto. Dentro del entorno de ese apartamento Elena se ha convertido, sin desearlo, en madre de esa chica, luego de que, por algún raro motivo, se hubieran comunicado con ella, tras el intento de autoeliminación. Uno, a estas alturas, podría tratar de meterse en los pensamientos de esta pobre viuda y preguntarse que será lo que pretende la muchacha. Para colmo, Adela no deja de expresarle, cuánto siente molestarla, siempre entre lágrimas y como si fuera a servirle de consuelo a una Elena agotada. Empero, la cosa no se acaba allí, ya que a partir de aquí, Elena tomará a Adela bajo su techo de manera temporal, hasta que la muchacha se recupere. Porque, aparentemente, las opciones se reducen a eso o que la joven se quede en su propio apartamento, con el alquiler aún sin pagar y que la acaben echando.
Es así que, valiéndose de unas, muy concretas, situaciones, es como el director Carnevale ha sido capaz de mostrarnos cómo, por cosas del destino, estas dos mujeres, de realidades diferentes, pero que comparten un nexo en común, terminan siendo compañeras de piso, una, que lo aspiraba, y la otra, sin quererlo.
Una vez que Elena y Adela están juntas, es cuando nosotros al fin, nos enteramos de cuál es el verdadero conflicto de esta película, que no es el de una viuda que debe acostumbrarse a vivir sola, o el de una chica con comportamiento obsesivo. Acá el conflicto es el de una viuda (persona mayor que convive con las realidades normales de la vejez) que ha de aprender a sobrellevar su duelo, cargando con las penas de una muchacha que ha tenido el atrevimiento de enamorarse de “su” marido. Porque a su vez Augusto, siendo un hombre casado, tuvo el descaro, no sólo de engañarla, sino que tras morir, de dejarla al cuidado de su amante, que es casi una niña y que podría haber sido su hija.
Algo aquí a destacar, comprende a la relación que surge entre ambas mujeres, viviendo en casa de Elena. Si bien es cierto que en la película las vemos casi siempre distanciadas, una de la otra y en silencio, cada vez que las vemos juntas y dialogando, acaba siendo Adela quien le cuente a Elena, qué bien que la pasaban juntos él y ella, cómo reían, o cómo insistía Augusto en que él nunca podría imaginarse una vida sin Elena a su lado. Todo esto, a su vez, sería como un baldazo de agua fría para Elena, para quien probablemente fuese irreal, pensar en que su marido había compartido tantos momentos íntimos con esa jovencita.
Si quisiéramos ser más precisos, podríamos incluso definir un segundo tema de interés en esta película y que refiere a la idea de que el amor vaya más allá de la diferencia entre edades. Seguramente, a cualquier le resulte sencillo concebir que un hombre de alrededor de setenta años se vea atraído por una chica joven, pero no vea igual de normal, que una muchacha de unos treinta años se pueda sentir, sexual o emocionalmente atraída, por un señor mayor.
En Viudas se logra bastante bien, mostrarnos el choque de problemáticas que se produce entre estas dos mujeres y en donde una de ellas se ve obligada a ceder, si ambas quieren salir adelante.
También debe destacarse la actuación de Valeria Bertuccelli, como una Adela que se siente perdida, ya que la muerte de Augusto parece haberse llevado, también, parte de su alma.

Mi puntaje: 7/10


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