Título: The Beaver (El Castor)
Año: 2011
Género:Drama
Director: Jodie Foster
Guión: Kyle Killen
Duración: 91min
Reparto: Mel Gibson, Jodie Foster, Anton Yelchin
Produc.: Summit Entertainmet, Participant Media, Imagenation Abu Dhabi FZ, Anonymous Content
Presup.: $21 millones aprox.
To access the english version click hereAño: 2011
Género:Drama
Director: Jodie Foster
Guión: Kyle Killen
Duración: 91min
Reparto: Mel Gibson, Jodie Foster, Anton Yelchin
Produc.: Summit Entertainmet, Participant Media, Imagenation Abu Dhabi FZ, Anonymous Content
Presup.: $21 millones aprox.
En El Castor, Walter Black (Mel Gibson) es un hombre depresivo, quien tras mudarse de la casa en la que vivía con su familia, encuentra un títere de castor, el cuál empleará para comunicarse con la gente que lo rodea.
Walter, excelentemente interpretado por Mel Gibson, padece una depresión severa, de la que ningún tipo de ayuda ha podido liberarlo. Si bien en la película no se revelan detalles médicos, está claro que basta con que entendamos que los trastornos psicológicos de Walter son tales que, es absolutamente incapaz de llevar adelante el rol de padre de familia. De ahí que, cuando Meredith consigue que se vaya a vivir solo, el mayor de sus hijos, Porter (Anton Yelchin), se muestra satisfecho ante la idea de no tener que ver más a ese “perdedor”. Ya por las suyas, una noche en la que Walter acaba de comprarse unas cuantas botellas de alcohol, abre la valija de su auto, mira en su interior y decide deshacerse de algunas cosas. Justo hay un contenedor de basura, a pocos metros. Walter arroja allí algunas pertenencias y es, entonces, cuando se topa con un castor de peluche. Curioso hallazgo que en un principio parecería no llamarle la atención, pero en seguida vemos, que la realidad es distinta. De vuelta tras su vehículo, Walter contempla el contenedor para, solo segundos después, acercarse a recoger el peluche. Una vez en sus manos, Walter mira al castor a los ojos, con la expresión de alguien que se pregunta qué hará una cosa como esa entre tanta porquería. En la escena siguiente, comprobamos la magnitud del dolor que siente Walter, quien incapaz de soportar su situación, se rinde a la bebida mientras lloriquea, con una botella en una mano y el castor enfundado en la otra. Pero eso no es todo. Walter usa su corbata para ahorcarse con el caño de la ducha. Salvo que, por su peso, caño y cortina caen con él en la bañera, como si su baño quisiera decirle que el suicidio no es aceptable. Su última alternativa es probar con algo que no pueda fallar. Walter, castor en mano (caño y cortina al cuello), sube al muro de su balcón... Y de pronto escucha la voz del “castor”.
Ante la sorpresa, Walter se tambalea hacia atrás, entrando a su cuarto a los tropezones, cayendo al suelo, llevándose al televisor consigo y quedando inconsciente.
Cuando, rato más tarde, Walter despierte, él ya no se comportará de la misma forma.
Luego, cuando Meredith va a buscar a Henry Black (Riley Thomas Stewart) al colegio, le dicen que ya ha ido a buscarlo el padre. Asustada, Meredith conduce a su casa para encontrarse con un hombre, que se comunica con su hijo por intermedio de un títere. Es así que, ante una Meredith confundida, Walter le entrega, rápidamente, una tarjeta en la que reza: “La persona que le entregó esta tarjeta está bajo el cuidado de un títere preescrito, designado para crear una distancia psicológica entre él y los aspectos negativos de su personalidad”.
Al principio, vivir con un padre/marido que se comunica con el mundo a través de un peluche parlante, en cierta medida llega a tener lo suyo, ya que, por primera vez en mucho tiempo, Walter parece feliz y hasta es un tipo gracioso. Solo que las apariencias engañan.
A medida que uno avanza con la película, puede verse como Walter ha vuelto a funcionar a la par de todos, pero debido a un títere que, si bien, escena a escena pareciera tratarse de su terapeuta personal, es en realidad su manera de distanciarse del mundo. En cuanto a su castor, resulta tan divertido y simpático, además, con su aire intelectual y su acento británico, que es increíble pensar que, ni siquiera tenga vida propia y que no sea uno más de los intérpretes de la cinta. El problema es, sin embargo, que ningún ser humano puede pasarse la vida hablando con un títere en la mano.
En El Castor se combinan una muy buena fotografía, la gran labor, sobre todo de Mel Gibson (cómico, al que nunca vimos tan triste), sumadas a un guión excelente, en donde, inteligentemente se nos muestra, cómo cada miembro de la familia Black digiere y reacciona, todo lo que le ocurre al padre. Esto permite que nos adentremos con interés y curiosidad, en los conflictos internos de un perturbado Walter Black.
Mi puntaje: 9/10