Título: Meeting Evil (Conociendo la maldad)
Mi puntaje: 6/10
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Año: 2012
Género: Crimen, Drama, Thriller
Director: Chris Fisher
Guión: Chris Fisher, Thomas Berger (basado en su novela)
Duración: 89min
Reparto: Luke Wilson, Samuel L. Jackson, Leslie Bibb, Peyton List, Muse Watson, Tracie Thoms
Produc.: Louisiana Entertainment Screen Services - L.E.S.S., Motion Picture Corporation of America (MPCA), Stage 6 Films
En Meeting Evil, John (Luke Wilson) es un desanimado hombre de familia, quien, tras llegar a su casa, luego de ser despedido, recibe la visita de un extraño llamado Richie (Samuel L. Jackson), quien, aunque parezca sólo necesitar ayuda con su auto, la verdad es que planea mucho más que eso.
John llega a casa, deprimido y desempleado, con ganas de matar sus penas en un whisky. Apenas ve a su esposa, envía a sus hijos al cuarto, antes de ponerse a discutir. Esta es de esas situaciones donde, frente a un marido impotente y problemas financieros, la mujer es incapaz de sonreírle, en cambio recriminándole su incapacidad para serle funcional a la causa. Hombre y mujer discuten un poco y luego Joanie (Leslie Bibb) sale a pasear con los chicos.
En seguida, John escucha el timbre y abre la puerta. Lo que se encuentra es un individuo de color, trajeado como él, pero de sombrero negro, que le pida una mano con su auto. En John persiste la misma cara de antes y es incapaz de cambiarla por la del buen vecino, aún cuando, ante la insistencia, se decide a ayudarlo. La cosa es fácil. Él debe empujar, mientras el otro tipo trata de encenderlo. John se pone, entonces, tras el auto y empieza a hacer fuerza, pero no mucha, porque él es uno solo. Pese a esto, lo peor viene de Richie, que, quien sabe si estará esperando a que llueva, para tratar de encenderlo. Una niñita que los mira desde cerca ve cómo Richie, de pronto, ha abierto la valija, además de que sostiene un revolver. Richie, quien también se percata de su presencia, decide abortar.
La imagen que Richie muestra a John es la del típico buen ciudadano, educado y discreto, que conoce las leyes y le gusta cumplirlas, que no se mete con nadie y al que no le gusta que lo ofendan. Pero bien pareciera ofenderse fácilmente. Es también la imagen de un hombre que, una vez más insiste, esta vez con invitarlo a una bebida. Eso lo mínimo que puede hacer como agradecimiento.
Sin entrar en detalles demasiado reveladores, Meeting Evil recuerda a películas como La Huérfana (2009) o Ángel Malvado (1993), ambas sobre personas de falsa cordialidad, que eran en realidad unos demonios, y ambas, también, con finales casi idénticos.
Sin proponérselo, John acaba siendo absorbido por ese mundo de pura demencia, que habita su lunático compañero de viaje, el cual comete atrocidades a diestra y siniestra, sin que su rehén se entera, o pueda hacer algo al respecto. Es la diferencia de personalidades, dos extremos de una misma raya, lo que concede a la película su mayor atractivo, con, por un lado, un padre de familia asustado e inseguro, y que es incapaz de librarse de esa pesadilla; y por el otro, un hombre que no está nada cuerdo, que piensa que el mundo le pertenece y que los seres que lo habitan son sólo juguetes para su uso. Toda esta descripción de caracteres suena muy linda y podría haber sido mejor explotada, si no se hubiera caído en viejas fórmulas.
Samuel L. Jackson nos regala una interpretación muy bien conseguida, como ese tipo de villanos a los que uno no quisiera nunca, encontrarse en una esquina. Sin embargo, no hay uno solo de sus movimientos criminales que no nos sea ya visto. Incluso llega a pronunciar una de esas frases que abundan en los psicópatas, que en este caso dice algo así como: “Dios ya hizo del mundo un lugar maligno y yo lo único que hago es limpiarlo de lo que estorba”. (Pongo con mis palabras el concepto transmitido por el actor en personaje).
También, como en otras mil películas, el supuesto mejor aliado del rehén acaba siendo su segunda complicación. Frank (Muse Watson) es un teniente de policía que se comporta de manera incoherente, y quien, muy terco, culpa a John de una masacre en una estación de servicio, sin molestarse en averiguar si no será él, en realidad, inocente. Algo similar es lo que ocurre entre Joanie y la policía Latisha Rogers (Tracie Thoms), y principalmente por culpa de un director/guionista desacertado. En su propósito por escribir parlamentos inteligentes y no explicativos, ha terminado creando un enfrentamiento innecesario entre ambas mujeres, al no permitir que Joanie aclare exactamente cómo es su matrimonio. Los problemas de comunicación llevan a que Rogers saque conclusiones tan desviadas de lo correcto que dan ganas de pegarle, y que, por ende, consiga que Joanie la insulte merecidamente. Con esto, los conflictos secundarios que vemos resultan muy forzados y sin razón de ser.
También hay un asunto entre John y una sexy ex novia o amante, Tammy (Peyton List), que nunca queda muy claro. Richie lleva este asunto hasta casa de John, exponiéndolo en la cena ante Joanie, momento en el que además se hacen algunas insinuaciones sobre el porqué, realmente, eligió a John para su odisea. Lo malo es que todo esto queda inconcluso, y en donde uno podía pensar que iba a ver alguna revelación o giro, no ocurre nada en absoluto. Únicamente, que veamos aumentar el nivel de tensión y ansiedad, en un matrimonio con problemas, cuando ninguna de las partes sabe ya qué creer sobre la otra.
Al final, la película se cierra sin ningún tipo de novedad, donde la resolución es visible y no, muy prometedor, desde muy temprano.
Mi puntaje: 6/10
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