Título: 96 Minutes (96 Minutos)
Año: 2011
Género: Drama, Thriller
Director: Aimee Lagos
Guión: Aimee Lagos
Duración: 93min
Reparto: Brittany Snow, Christian Serratos, Evan Ross, Jonathan Michael Trautmann, David Oyelowo
Produc.: First Point Entertainment, Katonah Pictures, Perfect Weekend
Inspirada en hechos reales, 96 Minutos es una muy bien lograda película, que se preocupa, más
que nada, de mostrarnos la sociedad que hemos llegado a construir. Recreando
los hechos que llevarían a cuatro personas, pertenecientes a dos mundos muy
distintos, a pasar una situación estresante que los cambiaría para siempre, la
directora Aimee Lagos se toma el trabajo de llamarnos la atención, para que
recordemos que todos somos, aunque no nos guste, parte de una sociedad que se
está yendo cada vez, más a pique.
Uno
puede que nazca en un lugar de privilegio, en una familia con altas o medianas
posibilidades financieras y con un nivel cultural enriquecido. Esto probablemente
implique que se saldrá más favorecido al momento de tomar ciertas decisiones que vayan por buen rumbo. O en el caso de que no lo fuesen, es de suponer que se estará siempre a tiempo de volver sobre los pasos y probar por otro camino.
Se trata de la suerte de quienes hayan nacido en “cuna de oro”, pero que son un
grupo reducido. Para estos privilegiados, encontrarse con alguien del sector
más marginado podría acabar con sus alegrías.
Carley
y Lena (Brittany Snow y Christian Serratos) son dos inteligentes, chicas universitarias. En el caso de Carley se lo
deja bien en claro, cuando se la ve en plena acción con su grupo de debate, en
donde, enfrentados a sus contrincantes, intercambian, con posiciones firmes, sus
distintos puntos de vista sobre el trato que debería concederse a los criminales.
Luego, en el caso de Lena, se la muestra en otro tipo de circunstancias,
sufriendo por un novio infiel.
Del lado contrario tenemos a Dre (Evan Ross) y a Kevin (Jonathan Michael Trautmann), dos chicos nacidos bajo condiciones
complicadas y a quienes cuesta, terriblemente, distinguir la fina línea que
separa a la buena conducta de la mala.
A
Dre lo conocemos como un chico que asiste a clases, es decir, que se esfuerza
por hacerse un futuro. Hoy, precisamente, cuando va a recibir una importante y alentadora
alta calificación, algo de lo que sentirse orgulloso. Tras la
buena noticia Dre se encuentra con su novia, a quien pone al día, pero cuando
ella le habla sobre verse más tarde, Dre le dice que no puede porque ha
quedado con sus amigos. Kisha (Jamila Thompson) intenta disuadirlo de juntarse con
esa gente, a lo que Dre, aparentemente seguro de sus argumentos, insiste en
saber, exactamente, lo que él hace.
Pese
a su actitud desacertada, Andre tampoco termina siendo del todo, la persona de
quien deberíamos preocuparnos. Kevin, sin embargo, es acá la bomba de tiempo.
Kevin
es de los personajes, el que las tiene más feas. Con un trasfondo que deja mucho que desear, el pobre no tiene idea de lo que hace,
ni de en qué se está metiendo. Su diaria consiste en manejarse impulsivamente,
creyendo que puede hacer lo que se le de la gana. Con todo, acaba dejándose
manipular por la peor de las influencias, una pandilla de tipos con muy mala
pinta, individuos carentes del sentido del comportamiento civilizado.
El
hecho de que antes describiera a Kevin con el adjetivo de “pobre”, puede que
para muchos suene equivocado, y más, si se tiene en cuenta, las atrocidades que está por cometer. Lo que ocurre es que, si uno se detuviera a pensarlo,
quizás entendiera que este chico no es lo que vemos, porque así lo haya
querido siempre. Con el tipo de existencia que lleva con, por ejemplo, una
madre que es golpeada, estamos hablando de un muchacho cuyos modelos a seguir
no son los más provechosos. Decir además, que Kevin tiene como
objetivo ser aceptado por la pandilla, tener acceso total a las armas y disparar
a muerte a quien él quiera, es lo mismo que apuntar a que Kevin está perdido, no
tiene idea de en qué se mete, ni tampoco, de
lo que es cometer un crimen. Kevin está enojado, quién sabe si con
alguien e particular, o si con todos, por el entorno tan jorobado al que le ha tocado llamar “hogar”.
Se
hace de noche y Carley y Lena van a divertirse a un boliche. Allí, Lena ve de
lejos a su novio y eso la angustia. Lena ahora quiere marcharse,
cuando la fiesta recién está empezando, pero por suerte, la muy dulce de Carley se
ofrece a llevarla de vuelta.
Desafortunadamente,
a veces sin que nos demos cuenta, estamos tomando una decisión en el momento
menos indicado. Carley y Lena salen
rumbo a su vehículo, justo cuando otros dos chicos están por la vuelta (Dre y
Kevin), uno de los cuales se halla en su peor momento (Kevin) de la jornada.
Entonces, los destinos de estas cuatro personas, de dos realidades opuestas, se
cruzan y viene el desastre.
Carley
y Lena son, en su propio auto, prisioneras de un desconocido, y Lena ha
sido herida gravemente. Dre, que es quien está al volante y quien ya podría
ser procesado por asalto y secuestro, empieza a manejar sin un rumbo fijo,
aunque su objetivo es llegar a un hospital. Su compañero de asiento, consciente de lo que pasa, pero aterrado y enojado,
sabe que irá a la cárcel y prefiere
su libertad a que la chica sobreviva. Por consiguiente, ningún centro de
asistencia médica es una opción.
Dre
intenta pensar. El estúpido de Kevin, que no para de hablar, no se lo permite, y para
colmo enciende la radio, para distraerse con su maldita música. Nada bueno
puede salir de todo eso.
96 minutos es de esas películas en las
que todo va de mal en peor, pero que tiene una gran enseñanza, que nos dice que
seamos conscientes de quiénes somos, de con quiénes coexistimos y de que a veces "sí tenemos" opciones, y usarlas sólo depende de nosotros.
Gracias
a un muy buen trabajo de cámara en mano y a un reparto bien elegido, ha sido que
Aimee Lagos se las ingeniara para mostrarnos, lo más de cerca posible y de la
manera, también, más realista, cómo es que transcurre un conflicto que parece un infierno.
Mi puntaje: 8/10