jueves, 9 de febrero de 2012

"Cine animado hecho en casa"

Título: Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe
Año: 2011
Género: Animación, Aventura
Director: Walter Tournier
Guión: Walter Tournier
Duración: 80min
Produc.: Maíz Producciones, Patagonik, Cineanimadores, La Suma CineTV, Tournier Animation
Presup.: $1,2 millones aprox.

Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe nos narra la historia de Alexander Selkirk, quien se une a la tripulación del capitán Bullock, para embarcarse rumbo a los mares del sur en busca de tesoros. No encontrando amenazas enemigas en el camino, los corsarios se entretienen apostando su dinero y el propio Selkirk termina siendo el afortunado ganador en cada apuesta. Es así que, no bien avistan tierra y bajan a aprovisionarse, Selkirk es abandonado en la soledad de la isla, como venganza, mientras el resto retoma con la travesía.
Tras muchas décadas llenando las salas de nuestro país, ya fuera ante películas, como por ejemplo Peter Pan (1953), el El Rey León (1994), Ratatouille (2007) o El Gato con Botas (2011), llega a los cines uruguayos lo que viene a ser nuestro debut en la categoría de largometraje animado, y no podríamos haber empezado de peor manera.
Walter Tournier, ya conocido por su trabajo en Los Tatitos, ha sido el encargado de escribir y dirigir este proyecto, que según pude informarme, supondría una inversión de algo más de 1 millón de dólares. Como curiosidad, vale destacar que Selkirk no sería desarrollada con las técnicas más tradicionales, el dibujo a mano, o la más reciente, animación digital. En el caso de esta película se recurriría a la llamada animación stop motion o cuadro a cuadro, en donde muñecos de entre 20 y 30 centímetros de estatura, de estructura interna metálica y recubierta en silicona, serían manipulados por distintos animadores, un total de 10 y divididos en 2 turnos, para conseguir (en base a la regla de los 24 cuadros por segundo) un promedio de entre 15 y 20 segundos diarios de película.
Con Selkirk Tournier nos trae a la gran pantalla un relato inspirado en Alexander Selkirk, personaje real, cuyas circunstancias inspiraran, luego, al inglés Daniel Defoe, para escribir su aclamada novela Robinson Crusoe.
Para analizar este filme es importante que se le divida en dos partes: por un lado, lo que concierne a la animación y, por el otro, a su guión. Con respecto a la primera, sólo puedo decir que el desempeño de todo el equipo dio sus buenos frutos, ya que esta producción no tiene nada que envidiarle a las animaciones norteamericanas del mismo estilo, como ser El Extraño Mundo de Jack (1993), Jim y el Durazno Gigante (1996) o La Novia Cadáver (2005). En cuanto al segundo punto, es como consecuencia de un muy mal guionado, que debemos de estar de acuerdo, en cuanto a que el cine animado uruguayo “ha empezado con el pie izquierdo”.
Resulta que el guión de Tournier es tan, pero tan malo, que seguramente haga que muchos se quieran ir de la sala a los 20 minutos. Como todos sabemos, el cine animado actual se caracteriza, principalmente, por su sentido del humor, que atrae a tanto niños como adultos, y la triste verdad es que son, contados con los dedos, los chistes que vamos a poder ver aquí. Por si fuera poco, los diálogos son tan planos y carentes de chispa, que aburren en todo momento, además de ser, cien por ciento explicativos.
Otro defecto bastante apreciable está en el manejo de los escenarios, ya que es mucho mayor el tiempo que se le dedica a las andanzas de Selkirk en el galeón, que lo que se le concede, después, a la isla. Esta es, precisamente, en donde debería haber estado el fuerte del relato, ya que es la problemática de este hombre como náufrago la que nos interesaba a todos, y no, su vida social con los otros piratas.
La pobreza narrativa es, también reconocible a nivel de la banda sonora, dentro de lo poco que hay para que llamemos efectivamente “banda sonora”, ya que hay apenas un par de cancionistas con algunas rimas, pero que carecen de todo posible atractivo.
Asimismo, hubo un elemento que, hacia el final de la película, me llamó mucho la atención. Lo comento porque no se trata de un detalle que vaya a revelar nada demasiado importante sobre la trama. Esto sucede cuando, bien a lo último Selkirk es rescatado, sube a un bote y dice algo así como: “Desde ahora ya no seré más Selkirk y me llamaré Robinson Crusoe”. Es increíble y lamentable que el director se haya valido de una frase tan sin gracia y tirada de los pelos, para explicarnos cómo su personaje se cambiaba de nombre, además de completamente innecesario, ya que el relato que se nos ha invitado a ver, es el de Selkirk, no el de Robinson Crusoe. En definitiva, Selkirk no es más que un cuentito tonto, sin emociones ni sorpresas.

Mi puntaje: 2/10


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