Título: Double Indemnity (Pacto de Sangre)
Año: 1944
Género: Crimen, Film-Noir, Thriller
Director: Billy Wilder
Guión: Billy Wilder, Raymond Chandler (escrita por), James M. Cain (basada en su novela)
Duración: 107min
Reparto: Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Porter Hall, Jean Heather, Tom Powers
Produc.: Paramount Pictures
Presup.: $927.262 mil dólares
En Pacto de Sangre,
Walter Neff (Fred MacMurray) es un vendedor de seguros que se cruza con Phyllis
Dietrichson (Barbara Stanwyck), cuando él iba por su casa a ver a su marido, quien
es su cliente. Pronto ambos inician un romance, al tiempo que se unen para
matar al Sr. Dietrichson, hacer que parezca un accidente (Tom Powers) y quedarse con el dinero de la
póliza.
De vez en
cuando me gusta recurrir al viejo cine. Me parece que, si bien el nuevo
Hollywood tiene mucho que ofrecernos, el período clásico también tuvo lo suyo y
aún lo tiene. Hay historias que, sencillamente, no sufren el paso de los años y
Pacto de Sangre de Billy Wilder es una de
ellas.
Wilder
dirige aquí una trama que empieza por el final y que es luego contada a modo de
un gigantesco flashback. Pero
antes de saltar hacia el principio, el propio responsable, sentado tras un escritorio, ya nos está
revelando (confesándoselo a una grabadora) cómo ha
acabado el asunto. Se trata de un escenario del que aún no sabemos nada, salvo que este hombre es un asesino. Conforme la película vaya avanzando, la imagen de Walter
y su grabadora será incluida, de tanto en tanto, en vueltas muy breves al
presente, pero que en seguida retoman el pasado.
Curiosamente,
la primera película clásica que recuerdo haber visto pertenecía a la
filmografía de este mismo director, en esa ocasión El Crepúsculo de los Dioses, algo posterior (1950). En ella también se partía de un
crimen, y también, uno de los involucrados en este era el encargado de contarnos lo acontecido. Salvo que, esa vez, el vínculo entre
narrador y transgresión era un tanto diferente.
Tanto
en una como en la otra, Wilder ha sabido demostrar buen dominio del arte
narrativo, logrando algo que en principio podría sonar muy obvio, pero que en
realidad no lo es para nada. No cualquier posee la capacidad de describir con
inteligencia, los hechos que conducen a un asesinato, con el espectador ya, a medias, al tanto del final, y que, pese a eso, uno quiera seguir mirando.
Pacto de Sangre parte del plan que Phyllis y
Walter construyen y, luego, ponen en práctica, con la ilusión (¿ingenua, tal
vez?) de haber cometido el crimen perfecto. Y es que un acto de estas
características implica muchísimos factores, pero sobre todo tener bien claro el
cómo se quiere asesinar, en qué lugar y en qué circunstancias, para salir
completamente limpios. Walter es mostrado como un tipo meticuloso y quien tiene
todas las de ganar, teniendo como aliada a una mujer que lo ama, lo escucha y
lo obedece sin dubitar y con confianza. Este parecería ser un verdadero lujo de
oportunidad, con la excepción de que Walter es un vendedor con facilidad de
palabras, no un criminal con experiencia. Bastaría entonces, con un
único error de cálculos, para que todo lo planeado se viniera a pique.
En esta
incursión de Wilder dentro del género crimen/film-noir,
el director trabaja con el hecho de que, aun desde fuera de la película, el
espectador es, al final de cuentas, el único testigo absoluto. Además, junto a los propios responsables, uno está también presenciando todo el
proceso de investigación, atendiendo a cómo los ejecutivos de la aseguradora
Pacific All Risk se esfuerzan por descubrir lo que nosotros ya sabemos.
Mi puntaje: 6/10
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