Título: Viudas
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Año: 2011
Género: Drama
Director: Marcos Carnevale
Guión: Marcos Carnevale, Bernarda Pagés
Duración: 100min
Reparto: Valeria Bertuccelli, Graciela Borges, Rita Cortese, Martín Bossi
Produc.: Aleph Media, Corbelli Producciones, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Patagonik Film Group, Tronera Producciones
En
Viudas, una mañana, Elena (Graciela
Borges) se haya dirigiendo un documental, cuando recibe un llamado urgente del
hospital, en donde acaban de ingresar a su marido Augusto. Interrumpiendo la
filmación, Elena llega al sanatorio en el preciso instante en el que se han
cerrado las puertas del quirófano y Augusto ha sido internado por un infarto. Con
todo, acompañando la camilla había una chica, su nombre Adela (Valeria
Vertuccelli), a la que ahora ve alejarse y a quien Elena desconoce.
Elena, sentada en la sala de espera aguarda junto a
Esther (Rita Cortese), su amiga y asistente, cuando ve, a través de la ventana,
que en el patio está la chica a la que había visto un rato antes, y que se le
ocurre que debe de ser quien lo encontró y lo llevó a la emergencia. Para
quitarse las dudas, Esther decide salir a hablar con ella, en tanto que Elena
las mira desde el otro lado y sin posibilidades de escuchar una palabra.
Nosotros oímos una parte de la conversación, en donde una joven, excesivamente
preocupada como para tratarse de una desconocida, le informa a Esther que ella
no piensa retirarse, hasta que Augusto no se recupere. El resto de la conversación
lo vemos desde el punto de vista de Elena y sólo a base a gesticulaciones
físicas. Cuando, minutos más tarde, Esther vuelva adentro, cuidando sus palabras le
dirá a su amiga que tenía razón y que la chica fue quien lo encontró y lo
trajo.
Hasta aquí la situación parecería no tener nada fuera
de lo común, salvo que en otra escena, una enfermera pide a Elena que saque a su
hija de la cama de su padre, algo que Elena no comprende. Cuando, entonces, ella
entra a la habitación y ve a esa desconocida acostada junto a su esposo, la
hecha, inmediatamente, enfurecida.
De vuelta con su marido y ahora molesta, Elena le
pregunta a un hombre, incapacitado para responderle, en su estado de
inconsciencia, si él la estaba engañando, pero es de entenderse que lo que
Elena, en realidad desea, es descargarse.
Más adelante, en la jornada del entierro, Elena y
Esther se están retirando, tras el último adiós, cuando ven acercarse a Adela,
ahora con un ramo de flores que entrega a Elena, quien a su vez se lo cede a
Esther, de mal gusto.
Pasado el último encuentro y cuando ya ha quedado claro
que Adela había sido la amante de Augusto, Elena se prepara para empezar a
vivir, sin el que fuera el hombre al que amó, sin tener la menor idea de
los problemas que se le vienen, ya que esa chica no piensa dejarla en paz.
Seguidamente, en el día de su cumpleaños, Elena recibe a un inesperado e
indeseado visitante. Adela, con un ramo de flores, espera a que le abran la
puerta, pero Elena por intermedio de Justina, le pide que se vaya. Caída la
noche, Adela vuelve a insistir, llamándola, esta vez, por teléfono y deseándole
feliz cumpleaños, poniendo a prueba la tolerancia de una viuda, que quiere que
la dejen en paz. Así el director nos sigue anticipando lo que se viene, en
tanto que nos hace cuestionarnos cuál será el problema de la chica. ¿Acaso
estará loca? ¿O será algún tipo de sicótica?
Finalmente, Elena recibe una llamada a la que responde
que sí, que ella es a quien buscan, pero no, ella no tiene ninguna hija. Sin embargo,
ahora las cosas han pasado a mayores y se la requiere urgente. Elena llega al
apartamento que Adela había compartido junto con su esposo, para encontrarse
con la afortunada sobreviviente de un intento de suicidio, echada en una cama y
a pleno llanto. Dentro del entorno de ese apartamento Elena se ha convertido,
sin desearlo, en madre de esa chica, luego de que, por algún raro motivo, se
hubieran comunicado con ella, tras el intento de autoeliminación. Uno, a estas
alturas, podría tratar de meterse en los pensamientos de esta pobre viuda y
preguntarse que será lo que pretende la muchacha. Para colmo, Adela no deja de expresarle,
cuánto siente molestarla, siempre entre lágrimas y como si fuera a servirle de
consuelo a una Elena agotada. Empero, la cosa no se acaba allí, ya que a partir
de aquí, Elena tomará a Adela bajo su techo de manera temporal, hasta que la
muchacha se recupere. Porque, aparentemente, las opciones se reducen a eso o que
la joven se quede en su propio apartamento, con el alquiler aún sin pagar y que la
acaben echando.
Es así que, valiéndose de unas, muy concretas,
situaciones, es como el director Carnevale ha sido capaz de mostrarnos cómo, por
cosas del destino, estas dos mujeres, de realidades diferentes, pero que
comparten un nexo en común, terminan siendo compañeras de piso, una, que lo aspiraba,
y la otra, sin quererlo.
Una vez que Elena y Adela están juntas, es cuando
nosotros al fin, nos enteramos de cuál es el verdadero conflicto de esta
película, que no es el de una viuda que debe acostumbrarse a vivir sola, o el
de una chica con comportamiento obsesivo. Acá el conflicto es el de una viuda
(persona mayor que convive con las realidades normales de la vejez) que ha de
aprender a sobrellevar su duelo, cargando con las penas de una muchacha que ha
tenido el atrevimiento de enamorarse de “su” marido. Porque a su vez Augusto, siendo un
hombre casado, tuvo el descaro, no sólo de engañarla, sino que tras morir, de
dejarla al cuidado de su amante, que es casi una niña y que podría haber sido
su hija.
Algo aquí a destacar, comprende a la relación que surge
entre ambas mujeres, viviendo en casa de Elena. Si bien es cierto que en la película
las vemos casi siempre distanciadas, una de la otra y en silencio, cada vez que
las vemos juntas y dialogando, acaba siendo Adela quien le cuente a Elena, qué
bien que la pasaban juntos él y ella, cómo reían, o cómo insistía Augusto en
que él nunca podría imaginarse una vida sin Elena a su lado. Todo esto, a su vez,
sería como un baldazo de agua fría para Elena, para quien probablemente fuese
irreal, pensar en que su marido había compartido tantos momentos íntimos con esa
jovencita.
Si quisiéramos ser más precisos, podríamos incluso
definir un segundo tema de interés en esta película y que refiere a la idea de
que el amor vaya más allá de la diferencia entre edades. Seguramente, a
cualquier le resulte sencillo concebir que un hombre de alrededor de setenta
años se vea atraído por una chica joven, pero no vea igual de normal, que una
muchacha de unos treinta años se pueda sentir, sexual o emocionalmente atraída,
por un señor mayor.
En Viudas se
logra bastante bien, mostrarnos el choque de problemáticas que se produce entre
estas dos mujeres y en donde una de ellas se ve obligada a ceder, si ambas
quieren salir adelante.
También debe destacarse la actuación de Valeria
Bertuccelli, como una Adela que se siente perdida, ya que la muerte de Augusto
parece haberse llevado, también, parte de su alma.
Mi
puntaje: 7/10
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