Título: Jodaeiye Nader az Simin (La Separación)
Año: 2011
Género: Drama, Misterio
Director: Asghar Farhadi
Guión: Asghar Farhadi
Duración: 123min
Reparto: Peyman Moadi, Leila Hatami, Sareh Bayat, Shahab Hosseini, Sarina Farhadi, Merila Zare'i, Ali-Asghar Shahbazi, Babak Karimi
Produc.: Asghar Farhadi
Presup.: $800 mil dólares aprox
En Nader y Simin, una
separación, luego de varios años de matrimonio Simin (Leila Hatami) desea
irse de Irán con su esposo e hija, para empezar un nuevo estilo de vida. Por otro
lado, Nader (Peyman Moadi) se niega a abandonar el país, en donde además, convive
con su padre, un hombre mayor que sufre de Alzheimer y quien necesita de un
cuidado intensivo. Por más que concurren juntos a un juzgado, buscando el
divorcio, este no se les concede, razón por la cuál Simin decide marcharse a
vivir con sus padres. Complicado con su trabajo, Nader se ve obligado a contratar
a una empleada que cuide del anciano, mientras él no está en la casa. Es
entonces que, una tarde, cuando Nader regresa de su jornada, se encuentra con
que el anciano ha sido atado a la cama y que no hay rastros de la empleada.
Cuando la mujer regrese, será que las cosas empeoren.
Asghar
Farhadi ha logrado con esta película dejar en claro que es un genio, al
construir un drama cuyo excelente guionado, sumado a unas muy convincentes
interpretaciones, y a un difícil, pero bien conseguido trabajo de cámara en mano,
consiguieran que uno se meta, completamente, en el dilema y el estrés de dos
parejas.
La historia
que Farhadi creó para Nader y Simin constituye una pesadilla continua, que ya vemos
desde la escena inicial, y que no acaba, hasta que no finaliza la última. Lo
primero que se nos muestra es un plano medio frontal de ambos, en donde Nader y
Simin, ubicados en sendas sillas, discuten y argumentan con un juez acerca de
la posibilidad de divorciarse, planteando la situación que los enfrenta y las
discrepancias que los tienen molestos al uno con el otro. Por un lado tenemos a
Simin, quien desea marcharse ya mismo del país, y por el otro lado, a su marido,
quien no quiere irse a ninguna parte, y menos, con su padre enfermo. Cuando la
reunión con el juez acabe, seguirán todavía en la misma.
Simin se
marcha, temporalmente, con sus padres, en tanto no se solucionen las cosas,
obligando a Nader a contratar a una señora para que cuide del suyo y así es que
conoce a Razieh (Sareh Bayat). Arreglado este asunto, todo parecería ir bien,
salvo que, ante un descuido en sus quehaceres el anciano desaparece, siendo
Razieh lo suficientemente afortunada como para encontrárselo a un par de
cuadras del departamento, en donde este buscaba el periódico en un quiosco.
Razieh
informa luego a Nader, de que algunas cuestiones personales le impedirán
concurrir a trabajar, pero que él puede contar con su esposo, y así es como
Nader y Hodjat (Shahab Hosseini) se conocen. Más luego, Razieh es quien
finalmente termina volviendo a cumplir con su trabajo.
Poco más
tarde, un día Nader llega a su casa, para ver que su padre ha sido atado, de
manos a la cama y yace en el suelo, y que a su vez la mujer no está presente.
Afortunadamente, el hecho solo le supone un susto, tanto a él, como a su hija,
que se pone a llorar. De inmediato, apenas Nader ve nuevamente a su empleada
(de quien ahora tiene razones para desconfiar) y dadas las circunstancias, se
superpone, además, una cuestión de un dinero faltante, llevándolo a agredir verbalmente
a Razieh y, lamentablemente, pasando también a mayores. Ante la insistencia de
Razieh por negar el acto delictivo, Nader se ve llevado al extremo de empujarla
por la puerta principal, consiguiendo que ella se golpeé en las escaleras, de mal manera.
Con esto,
Farhadi nos ha abierto las puertas hacia un conflicto que, si bien ya se había
puesto intenso, podríamos igualmente afirmar que, recién estaba en pañales.
De vuelta
en su apartamento, Simin comenta a Nader que Razieh lo ha acusado de golpearla
y que ahora yace internada en un hospital. Ambos se dirigen a visitarla,
encontrándose, en cambio, con un marido molesto, quien afirma que su mujer estaba
embarazada, y quien, junto a Nader, en seguida se batirán en una disputa a puño
limpio. Así, el director nos ha mostrado el “no va más” de la situación,
momento en el que se hace imprescindible que intervenga la justicia.
De aquí en
más, todo el desarrollo argumental irá transcurriendo en base a una estresante trifulca,
en donde uno como espectador no tiene, al principio, mucha idea de quién es quien
tiene razón, quién ha de ser condenado con cárcel o multa, ni porqué, y en donde
todo es muy confuso. Se trata de dos familias de situaciones económicas
bastante desfavorables. En el caso de Razieh y Hodjat, que son los que están en
peores condiciones, y si Hodjat fuera encarcelado no tendría chances de salir a
ganarse el pan de cada día.
Farhadi concede a sus personajes
ciertos momentos de descanso, que dan cabida, tanto a su reflexión como a la
nuestra, pero sólo para volver luego, otra vez a la pelea, los gritos, los
insultos y la angustia. Farhadi se maneja hábilmente, a la hora de llevar al
límite la capacidad de lucha de sus personajes, por ser los dueños de la verdad,
y frente a un juez (Babak Karimi), quien, sin importar, sus respectivas
situaciones financieras, no tiene otra que ser completamente imparcial al
respecto. Este trata, por ejemplo, de valerse del testimonio honesto y objetivo
de la hija de Naber y Simin, a modo de prueba para el caso.
Llegados a un punto, ya ni siquiera
queda claro cómo han ocurrido realmente las cosas, con versiones que parecerían
ir variando, minuto a minuto. Para colmo, también ocurre que Razieh les revela que la vez en que el anciano se le escapara, al salir a buscarlo había sido atropellada por un vehículo. Entonces esto aumenta las interrogantes. ¿Acaso perdió el embarazo por ser atropellada, o fue por culpa de Nader? ¿Fue tan violenta y salvaje, la agresión cometida
por Nader, o es que Razieh miente? ¿Sabía o no, Nader, del embarazo? Por si todo
esto fuera poco, estamos al tanto, también, de que Razieh, por ser una mujer
religiosa, no podría darse el lujo de mentir ante la justicia para salir impune,
o de lo contrario acabaría temiendo a ser castigada por el Dios en el que cree
fervientemente. Pero, conjuntamente, es posible que necesitase mentir para
salvarse a ella y a su marido, de mayores desgracias familiares.
Con este largometraje, Farhadi nos
recuerda que los argumentos más atractivos pueden estar, perfectamente, a la
vuelta de la esquina, y que no hace falta que vayamos más lejos que eso. Además de
tratarse, por otro lado, de asuntos muy duros y complejos que podrían
presentársele a cualquiera, y que por eso resulta, relativamente sencillo,
sentirse identificado con sus personajes. Asimismo, si bien la película se
desarrolla en un país del continente asiático, podría perfectamente, haber sido situada
en Montevideo, si uno así lo quisiese.
Mi puntaje: 10/10