martes, 26 de marzo de 2013

"Él, amaba a su familia. Ella, a su divinidad"

Título: Prayers for Bobby (Plegarias por Bobby)
Año: 2009
Género: Drama, Biográfica
Director: Russell Mulcahy
Guión: Katie Ford (adaptación para televisión), Leroy Aarons (libro)
Duración: 90min
Reparto: Sigourney Weaver, Henry Czenry, Ryan Kelley, Austin Nichols, Carly Schroeder, Shannon Eagen, Scott Bailey, Dan Butler, Susan Ruttan
Produc.: Daniel Sladek Entertainment, Once Upon a Time Films, Permut Presentations

Inspirada en hechos reales, Plegarias por Bobby cuenta como Mary Griffith (Sigourney Weaver), una fundamentalista religiosa que se niega a aceptar a su hijo homosexual, acaba conduciendo al joven Bobby (Ryan Kelley) al suicidio. 
Vi este drama hace mucho, cuan aún no tenía el blog, y aprovechando que ahora cuento con la cinta en mi videoteca, se me ocurrió verla de nuevo para refrescarme la memoria y así comentarla. 
Plegarias por Bobby arranca de lleno, con el momento más dramático de la película. Bobby, a sus 20 años y con tanto por delante, decide que vivir ya no vale la pena, si por ser homosexual no merece ser aceptado, ni por Dios ni por su madre. Bobby se arroja desde un puente, para ser atropellado y morir en el acto. 
El inesperado acontecimiento, obviamente impacta fuertemente en quienes lo querían, aunque no, en todos por igual. Precisamente, como su madre tiene dificultades para separar a este suceso de su creer religioso, no es capaz de lidiar con el temor de que Bobby no fuese aceptado en el cielo. 
La película no trata solamente del conflicto entre una madre y su hijo, sino que es el punto de partida para que Russell Mulcahy denuncie el problema social de la discriminación. 
Por si acaso, creo importante aclarar que yo no me opongo a la libertad de creencia, ya que creer es una elección como cualquier otra. No obstante, sí considero que, con o sin divinidades, es indispensable que uno pueda ser capaz de razonar por sí mismo, que es exactamente lo que Mary no hace. 
Tan devota es Mary que se deja guiar, en todo sentido, por su fe. Se la pasa recitando pasajes bíblicos y mide a la gente, juzgándola según su dogma. De pronto el menor de sus hijos resulta ser gay, lo cual contradice a todo lo que, para ella, es bueno y puro, y por ende es pecado, con lo que Mary siente que Bobby se ha alejado del buen camino. Su fanatismo religioso le impide tratar de entenderlo y respetarlo por lo que es, y actúa como alguien que quiere sólo lo que cree estar bien, a ojos de Dios. 
Por otro lado, revelado su secreto, Bobby Griffith halla todo, menos apoyo. En lugar de comprensión, se encuentra con una madre para quien su homosexualidad es algo inconcebible y un horror. Una falta inaceptable al plan divino, que ha de ser borrada, y nunca, aceptada. Tampoco su padre es de gran ayuda, por su escasa facilidad para comunicarse y por ser incapaz de detener a una mujer, que está resolviendo el asunto de mal modo. Es sólo recién, meses después de la muerte de Bobby, que Mary encuentra respuestas, pero cuando ya, la situación es irreversible. 
Russell Mulcahy critica acá a la iglesia, pero con propiedad, tomándose siempre el trabajo de enseñarnos sus matices. Busca además que sepamos que, pese a sus defectos, el catolicismo también tiene valores.
Mary, por ejemplo, va a Portland, en donde conoce al reverendo Whitsell (Dan Butler), quien le habla de no tomarse tan literalmente, lo dicho en la Biblia. Whitsell le explica que sus posibles interpretaciones pueden variar según la época, los grupos sociales y según cada uno, aunque lo más importante es que le da a entender que para Dios, una madre debe amar a sus hijos sin condicionantes. 
Pese a esto, también hay un lado, en extremo negativo. En la misa celebrada en honor a Bobby escuchamos hablar al reverendo Owens, quien realmente, deja mucho que desear. Lo increíble es que este hombre tenga el coraje para decir que el chico había sido tentado, para luego pecar, cuando la única pecadora había sido su madre, por no apoyarlo. Nadie, cuando Bobby vivía, se había molestado en preguntarle si él había elegido su orientación, mientras que, del mismo modo ahora se lo acusa, tan fácilmente, de ser impuro. Su muerte es, por supuesto, una pérdida espantosa. Pero Bobby murió siendo un pecador: por un lado por ser gay, y por otro lado, por auto eliminarse. 
Igualmente, Plegarias por Bobby apunta, más que nada, a poner en evidencia los defectos del catolicismo, siendo la discriminación a los homosexuales, sólo uno de los tópicos importantes. 
Mary, en su fanatismo, es incapaz de razonar, y ha elegido entender, al pie de la letra, los textos bíblicos, sin importar sus consecuencias. Y una cosa, en términos religiosos es transmitir ciertos valores y formar mentes pensantes, mientras que otra, muy distinta, es moldear fundamentalistas, que ni siquiera se cuestionasen sus enseñanzas. 
Al final, creo que, sin importar a qué religión uno respondiera, nuestras creencias religiosas jamás tendrían que superponerse a la aceptación de nuestros seres queridos.

Mi puntaje: 8/10


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