viernes, 1 de febrero de 2013

"Cuidado con lo que sueñas. Podría hacerse realidad"

Título: Ruby Sparks (Ruby, la chica de mis sueños)
Año: 2012
Género: Comedia, Fantástica, Romántica
Director: Jonathan Dayton, Valerie Faris
Guión: Zoe Kazan
Duración: 104min
Reparto: Paul Dano, Zoe Kazan, Chris Messina, Annette Bening, Antonio Banderas, Aasif Mandvi, Steve Coogan, Elliott Gould

En Ruby Sparks, Calvin (Paul Dano) es un exitoso novelista que sufre de bloque creativo, hasta que, durmiendo, sueña con una chica imaginaria (Zoe Kazan) que, no sólo lo inspira, sino que, pronto cobra vida. 
Bajo ningún concepto pretendo defender a los premios de la Academia. No es que quiera decir que estos sean buenos o malos, ya que (negocio, o no negocio) se supone que sus miembros premian, votando, según los gustos subjetivos de cada uno, y yo ahí, no veo nada de malo. Luego, que lo votado por esta gente no sea, de hecho, la verdad absoluta, ya es otra cosa. 
El 2006 fue para la independiente Pequeña Miss Sunshine, un año positivo. Sería nominada al Oscar en cuatro categorías, quedándose con las de mejor actor secundario y mejor escritura.
Y repito, que la opinión de esta gente no debería significar absolutamente nada. Sin embargo, personalmente, igual me animo a reconocer cuando se destaca, lo que ha sido, a mi parecer, una buena escritura. Merecido, o no, el galardón, el guión de Michael Arndt había sido estupendo. Algo que no volvería a repetirse con el libreto de su sucesora, Zoe Kazan, colaborando con los mismos directores.
Ruby Sparks significaría tomar un rumbo distinto. Ahora con un joven novelista, a quien, ni su terapeuta (Elliott Gould) lograba ayudarlo a plasmar sus ideas. Algo para lo cuál, tendría que recurrir al mundo onírico.
Una chica le habla a Calvin. Nosotros no entendemos demasiado de lo que dice, pero eso no importa, porque Calvin se despierta en su sofá, súper inspirado, y corre a su máquina de escribir (algunos, aún las prefieren, a las computadoras), en donde escribe a toda velocidad. 
En otra sesión, a Calvin le cuesta expresarle al Dr. Rosenthal, eso, muy raro, que le está ocurriendo, hasta que se anima. Sucede que, quien ha vuelto a iluminarlo es una muchacha que ni siquiera existe y de la que, para peor, se está enamorando. Calvin es capaz de describir a Ruby, su nuevo personaje, con claridad de detalles, tanto a nivel físico, personalidad, o de su biografía. Pero lo más importante es que la escritura ha vuelto a fluirle. 
Hasta que algo extraño ocurre. 
Ruby aparece, de pronto, en su casa, dirigiéndole la palabra (como si fuera lo más normal), a lo que Calvin enloquece. 
Un par de situaciones que le siguen, una con su hermano (Chris Messina), y otra, con una admiradora, dan entender que su Ruby es tan real como se la ve. Junto a Harry hace un experimento y descubre que todo lo que escriba sobre ella se materializa. Algo que es genial, pero alocado. 
Desafortunadamente, este buen concepto es rápidamente tirado abajo por Kazan, quien también interpreta a Ruby. 
Calvin no tarda en dejar su asombro, para aceptar a Ruby como la chica con quien vive. A partir de esto, lo que se nos muestra es cómo evoluciona el vínculo, con sus buenos y sus malos momentos, convirtiendo a la película, en gran medida, en un típico drama juvenil, sobre roces de pareja. Todo lo que, dentro de lo fantástico, podría haber habido de genial, se pierde, y casi todo lo que sigue es un desperdicio.
Ruby Sparks pasa a tratarse de los conflictos entre una chica, que no parece ser capaz de comportarse adecuadamente, y su novio celoso y posesivo, que se adapta a una nueva novia, como si nada. 
Con los problemas entre Ruby y Calvin, yendo y viniendo, Kazan tarda un montón en mostrarnos lo que a nosotros, más nos interesa, que es el cómo funciona una chica que salió de una hoja, escrita en tinta. O sea que Kazan no concede al aspecto mágico, el espacio necesario. 
El planteo que se maneja, es que Calvin, a tal punto es incapaz de dialogar con Ruby, que opta por equilibrarla con la escritura. Recién en los últimos minutos es que es llevado al extremo de lo posesivo. Cuando las diferencias entre ellos se han vuelvo demasiadas, es que resuelve enseñarle a Ruby los aspectos más extraordinarios de su existencia. En una última escena, en donde Calvin se vuelve agresivo (aunque no, en lo verbal o físico) usa su máquina de escribir para enloquecerla, obligándola a hacer lo que él quiera, con tan sólo tipear en ella. 
A modo de conclusión, creo Kazan podría haber hecho del poder mágico, de la palabra escrita, el elemento vigente a hacer hincapié, y la película habría mejorado. 
No puedo, sin embargo, dejar de mencionar el excelente destino que Kazan le da a Ruby, cuando ha llegado el momento, para Calvin, de decir: ¡ya basta!

Mi puntaje: 3/10


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