jueves, 14 de febrero de 2013

"Un camión, dos destinos, tres pasajeros"

Título: Las Acacias
Año: 2011
Género: Drama
Director: Pablo Giorgelli
Guión: Pablo Giorgelli, Salvador Roselli
Duración: 82min
Reparto: Germán de Silva, Hebe Duarte, Nayra Calle Mamani, Mónica Coca, Lili López
Produc.: AireCine, Utópica Cine, Proyecto Experience, Armonika Entertainment, Hibou Producciones, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Instituto de Crédito Oficial (ICO), Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), Tarea Fina, Televisión Española (TVE), Travesia Productions

En Las Acacias, Rubén (Germán de Silva) es un camionero que recibe el encargo de llevar a una desconocida (Hebe Duarte), desde Asunción hasta Buenos Aires, en un viaje de unos 1500 Km. 
Hace algún tiempo, y tras haberla oído mencionar en varias ocasiones, un amigo me convenció de que, a modo de ejercicio viera Whisky 2004, película uruguaya. Tratándose del cine nacional, yo hasta el momento había conocido sólo algunos títulos, por culpa del prejuicio. Algo que no expongo como “la” revelación, ni mucho menos. Sólo para dejar las cosas claras. 
Al igual que mucha gente, también he tendido siempre a inclinarme por la gran industria, por sobre lo local u otros tipos de cinematografía, algo en lo que, para bien o para mal, no me voy a explayar. Así que, a la hora de ver lo hecho por mis compatriotas, no he sido nunca tan abierto como desearía y lo reconozco. 
Pero, ¿a qué viene todo esto? A que creo que es triste que una persona tenga que enfrentarse a una película, no, como actividad recreativa, sino para poder decir después, que sí hizo el esfuerzo de verla. Que se sacrificó. Si partimos de la base de que, con el mundo audiovisual, en general buscamos entretenernos, que la experiencia resultase tortuosa no tendría ningún sentido, algo que muchos temen que suceda con lo sudamericano o lo europeo. 
Personalmente, Las Acacias no había llamado mi atención, hasta que, hace poco, otro amigo, tras verla me dijo, bueno… No voy a decir que recuerde sus exactas palabras, pero más o menos le había parecido una “linda peliculita minimalista, sobre un hombre llevando a un mujer a Buenos Aires”. Fin. 
Aún no muy convencido, decidí (aunque me costó) darle una oportunidad, y eh aquí, mi veredicto. 
Las posibilidades temáticas a rodarse son tan abarcativas como la variedad en sus escenarios. Además, y aunque parezca mentira, mientras que un director podría ubicarnos en un buque, otros podrían elegir un espacio algo más pequeño, como ser la cabina del camión, del filme de Pablo Giorgelli. Ahí es en donde vemos darse la relación entre Rubén y Jacinta, y de los límites de ese espacio, mucho, no se sale. ¿Es eso, bueno o malo? Del talento del director, creo yo, que eso depende. 
Ahora… Cuando digo que de allí dentro “mucho no se sale”, no lo hago de manera despectiva. Habrá a quienes guste ver extensas batallas, como también los habrá partidarios de algo más sencillo, como “historias mínimas”, que es este caso. ¿Quién dijo que un camionero y su pasajera no podrían ser interesantes? Es tanto igual de válido que el barco o que la guerra. 
Con todo, diría que a ningún director lúcido debería bastarle con tener a sus personajes en pleno viaje, no haciendo nada. Porque, haber… Todo lindo, con el minimalismo. Pero para ver a un tipo manejando y a su pasajera quieta, y quedarnos con eso, nos filmábamos a nosotros mismos y nos veíamos después. Quiero decir que, si quisiéramos hacer una película, mejor tener algo que contar y que realmente valiera la pena (ya fuera con acciones, diálogos, o lo que fuera), pero en definitiva, algo digno de verse. 
Lo que ocurre con Las Acacias es que Giorgelli lleva el minimalismo a sus extremos. Con escenas en donde la imagen se ve bastante limitada al plano contraplano, para que los veamos, a él, al volante, y a ella, mirando el camino, mientras cuida de su beba, Anahí (Nayra Calle Mamani).. 
En otro momento Rubén juega con la niña con su mano derecha, mientras conduce con la izquierda y Jacinta duerme. O en otra escena Jacinta le enseña a Rubén algo de guaraní.
A lo largo del recorrido, chofer y pasajera se van conociendo, aunque muy lentamente, debido a un Rubén reservado. Al principio, ni es capaz de preguntarle a la madre, por su nombre, o el de su hija. Habiendo muy poca conversación entre ellos (pero con un Rubén, cada vez más abierto) y con alguna parada en el camino, Giorgelli maneja un ritmo que hace que la película no se haga eterna, gracias a un sencillo, aunque eficaz montaje, y a la distribución que otorga a los diálogos y las acciones. Así es como consigue que nos interesemos por sus personajes y nos nos durmamos En cuanto al final, sin ser la gran cosa, igualmente logra hacerlo emotivo, cuando arriban a la capital argentina. 
No obstante, y pese a tener cosas positivas, Las Acacias no termina de convencer, porque la simpleza de su lenguaje es demasiada y porque falta explorar más un vínculo entre dos personas, que es tan escaso que no justifica casi una hora y veinti cinco minutos de película. 

Mi puntaje: 4/10


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viernes, 1 de febrero de 2013

"Cuidado con lo que sueñas. Podría hacerse realidad"

Título: Ruby Sparks (Ruby, la chica de mis sueños)
Año: 2012
Género: Comedia, Fantástica, Romántica
Director: Jonathan Dayton, Valerie Faris
Guión: Zoe Kazan
Duración: 104min
Reparto: Paul Dano, Zoe Kazan, Chris Messina, Annette Bening, Antonio Banderas, Aasif Mandvi, Steve Coogan, Elliott Gould

En Ruby Sparks, Calvin (Paul Dano) es un exitoso novelista que sufre de bloque creativo, hasta que, durmiendo, sueña con una chica imaginaria (Zoe Kazan) que, no sólo lo inspira, sino que, pronto cobra vida. 
Bajo ningún concepto pretendo defender a los premios de la Academia. No es que quiera decir que estos sean buenos o malos, ya que (negocio, o no negocio) se supone que sus miembros premian, votando, según los gustos subjetivos de cada uno, y yo ahí, no veo nada de malo. Luego, que lo votado por esta gente no sea, de hecho, la verdad absoluta, ya es otra cosa. 
El 2006 fue para la independiente Pequeña Miss Sunshine, un año positivo. Sería nominada al Oscar en cuatro categorías, quedándose con las de mejor actor secundario y mejor escritura.
Y repito, que la opinión de esta gente no debería significar absolutamente nada. Sin embargo, personalmente, igual me animo a reconocer cuando se destaca, lo que ha sido, a mi parecer, una buena escritura. Merecido, o no, el galardón, el guión de Michael Arndt había sido estupendo. Algo que no volvería a repetirse con el libreto de su sucesora, Zoe Kazan, colaborando con los mismos directores.
Ruby Sparks significaría tomar un rumbo distinto. Ahora con un joven novelista, a quien, ni su terapeuta (Elliott Gould) lograba ayudarlo a plasmar sus ideas. Algo para lo cuál, tendría que recurrir al mundo onírico.
Una chica le habla a Calvin. Nosotros no entendemos demasiado de lo que dice, pero eso no importa, porque Calvin se despierta en su sofá, súper inspirado, y corre a su máquina de escribir (algunos, aún las prefieren, a las computadoras), en donde escribe a toda velocidad. 
En otra sesión, a Calvin le cuesta expresarle al Dr. Rosenthal, eso, muy raro, que le está ocurriendo, hasta que se anima. Sucede que, quien ha vuelto a iluminarlo es una muchacha que ni siquiera existe y de la que, para peor, se está enamorando. Calvin es capaz de describir a Ruby, su nuevo personaje, con claridad de detalles, tanto a nivel físico, personalidad, o de su biografía. Pero lo más importante es que la escritura ha vuelto a fluirle. 
Hasta que algo extraño ocurre. 
Ruby aparece, de pronto, en su casa, dirigiéndole la palabra (como si fuera lo más normal), a lo que Calvin enloquece. 
Un par de situaciones que le siguen, una con su hermano (Chris Messina), y otra, con una admiradora, dan entender que su Ruby es tan real como se la ve. Junto a Harry hace un experimento y descubre que todo lo que escriba sobre ella se materializa. Algo que es genial, pero alocado. 
Desafortunadamente, este buen concepto es rápidamente tirado abajo por Kazan, quien también interpreta a Ruby. 
Calvin no tarda en dejar su asombro, para aceptar a Ruby como la chica con quien vive. A partir de esto, lo que se nos muestra es cómo evoluciona el vínculo, con sus buenos y sus malos momentos, convirtiendo a la película, en gran medida, en un típico drama juvenil, sobre roces de pareja. Todo lo que, dentro de lo fantástico, podría haber habido de genial, se pierde, y casi todo lo que sigue es un desperdicio.
Ruby Sparks pasa a tratarse de los conflictos entre una chica, que no parece ser capaz de comportarse adecuadamente, y su novio celoso y posesivo, que se adapta a una nueva novia, como si nada. 
Con los problemas entre Ruby y Calvin, yendo y viniendo, Kazan tarda un montón en mostrarnos lo que a nosotros, más nos interesa, que es el cómo funciona una chica que salió de una hoja, escrita en tinta. O sea que Kazan no concede al aspecto mágico, el espacio necesario. 
El planteo que se maneja, es que Calvin, a tal punto es incapaz de dialogar con Ruby, que opta por equilibrarla con la escritura. Recién en los últimos minutos es que es llevado al extremo de lo posesivo. Cuando las diferencias entre ellos se han vuelvo demasiadas, es que resuelve enseñarle a Ruby los aspectos más extraordinarios de su existencia. En una última escena, en donde Calvin se vuelve agresivo (aunque no, en lo verbal o físico) usa su máquina de escribir para enloquecerla, obligándola a hacer lo que él quiera, con tan sólo tipear en ella. 
A modo de conclusión, creo Kazan podría haber hecho del poder mágico, de la palabra escrita, el elemento vigente a hacer hincapié, y la película habría mejorado. 
No puedo, sin embargo, dejar de mencionar el excelente destino que Kazan le da a Ruby, cuando ha llegado el momento, para Calvin, de decir: ¡ya basta!

Mi puntaje: 3/10


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