lunes, 13 de agosto de 2012

"Romper las tradiciones requiere valentía"

Título: Brave (Valiente)
Año: 2012
Género: Animación, Acción, Aventura, Comedia
Director: Mark Andrews, Brenda Chapman, Steve Purcell (co-director)
Guión: Brenda Chapman (historia), Mark Andrews, Steve Purcell, Brenda Chapman y Irene Mecchi (guión)
Duración: 100min
Reparto: Kelly Macdonald, Billy Connolly, Emma Thompson, Julie Walters, Robbie Coltrane, Kevin McKidd, Craig Ferguson, Steven Cree
Produc.: Walt Disney Pictures, Pixar Animation Studios
Presup.: $185 millones aprox.

En Valiente, Mérida en una princesa escocesa del clan DunBroch, que se niega a cumplir, estrictamente, con su rol en la tradición familiar. Una vez que ella decida cambiar esta situación, será cuando las cosas se le vuelvan, patas para arriba.
Esta nueva aventura, surgida de la colaboración entre Disney y Pixar, llega en un momento en el que, creo que, se hacía imprescindible, dada la sobre abundancia de secuelas. Pero, que no se me malinterprete. Salvo casos excepcionales, diría que no se ha dado, prácticamente nunca, que una animación de los grandes estudios llegara a decepcionar.        
Hoy es el caso de Valiente, que, por primera vez tiene como protagonista a un personaje femenino, desarrollándose, además, en la Alta Edad Media.
Mérida (Kelly Macdonald) es una joven adolescente, hija de Fergus (Billy Connolly), padre guerrero, y de Elinor (Emma Thompson), madre elegante y de buenos modales. De su padre ha heredado el espíritu para la acción y de su madre... aún está por verse.
Justo en este momento, Elinor está nerviosa, ya que los jefes de tres clanes vecinos están por llegar a su reino con sus hijos, los príncipes, para que estos compitan por la mano de Mérida. Elinor, lo que quiere, es que su hija se comporte, actúe con educación y acepte su destino, ya preestablecido.
A Mérida, obedecer a su madre se le hace difícil, ya que esa es una tradición que ella no comparte. Elinor se ha visto siempre a sí misma como una dama, educada y refinada. Incapaz de comer, usando las manos, sentarse encorvada o mancharse la ropa. Todo lo contrario, al modo de ser de su hija. La relación entre la una y la otra es de perros y gatos. Un vínculo con el que, seguramente, muchos se sientan identificados.
En un acto de rebeldía, y luego de que los príncipes se batieran en arquería, Mérida se presenta para competir por su propia mano. Según las reglas, los pretendientes deben ser primogénitos y ella también lo es. Se sobre entiende que esto no es válido, pero a Mérida, poco le importa. Furiosa, e impulsada por una madre rezongona, apunta a los tres blancos y acierta a los tres en el centro.
A estas alturas, para Mérida su madre se ha vuelto un ogro, y ella, una incomprendida. En un clímax temprano, en donde ambas discuten, Mérida rompe un tapiz, tejido por su madre, en el que ella y sus padres aparecían juntos, luego de lo cual huye a caballo hacia el bosque. Pronto, Mérida da con la cabaña de una anciana (Julie Walters), parte bruja y parte vendedora, y consigue hacerse con un hechizo prometedor. Con este podrá cambiar a su madre, su manera de pensar, con sólo darle a probar un pequeño pastel. Lo que la anciana, sin embargo, olvida mencionarle, es que este cambiaría también, su imagen física. No al tanto de esto, Mérida convierte a su madre en un oso, animal al que su padre había jurado venganza.
Los hechizos y las luchas por acabarlos, ya son algo muy visto. Tómese, por ejemplo, el caso de La Bella y la Bestia (1991). La diferencia aquí radica, en que este tipo de conflicto, entre madre e hija, es mucho más cercano y real para muchos.
Elinor y Mérida no quieren escucharse. Elinor cree ser ella la incomprendida y no entiende en que falló, cuando de hecho es su hija, la perjudicada. Lo triste es que tuvieran que llegar al punto, en que la madre acabara abandonando su condición humana y su capacidad de diálogo, para que ambas, finalmente se entendieran.
Hija y madre (ahora oso), salen del castillo para poner a Elinor a salvo de un marido, que desconoce del hechizo. Es a partir de ahí, en medio del bosque, que ambas se dan la chance de hacer un cambio radical en su relación, aunque sea obligadas por circunstancias extremas. Mérida es ahora la única que puede expresarse. Su madre sólo puede oírle o rugirle. Acá se hace muy gracioso ver como una Elinor que, peluda, de unos dos metros de alto y con patas, en vez de piernas, sigue manteniendo la misma conducta impecable de una perfecta señora, además de aún llevar consigo la corona.
A lo largo de la película, el humor, los enredos y algunos datos importantes sobre el pasado mismo del clan, son siempre acompañados por esta buena lección de convivencia, que dicta que por algo tenemos dos oídos y sólo una boca.
Pese a todo, tampoco es que, necesariamente, uno tuviera que ir al cine para darse por entendido sobre ciertas obviedades. La película sólo refuerza conceptos que ya todos conocíamos. Porque es algo desafortunado, pero real, que muchos padres, sin pretenderlo, cometan el error de querer decidir siempre por sus hijos. No permitiéndoles a ellos vivir sus vidas a su manera.

Mi puntaje: 6/10


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