domingo, 26 de febrero de 2012

"¡Es un pájaro, es un avión. No... Es Arthur Christmas!"

Título: Arthur Christmas (Arthur Christmas: Operación Regalo) 
Año: 2011 
Género: Animación, Comedia, Drama 
Director: Sarah Smith, Barry Cook 
Guión: Peter Baynham, Sarah Smith 
Duración: 97min
Reparto: James McAvoy, Jim Broadbent, Billy Nighy, Hugh Laurie
Produc.: Aardman Animations, Sony Pictures Animation
Presup.: $100 millones aprox.

En Operación Regalo, Santa Claus (Jim Broadbent) y su equipo de elfos cumplen con la misión de entregar sus regalos a todos los niños del mundo, cuando un descuido lleva a que una niña inglesa esté a punto de ser la única que no reciba el suyo. Al percatarse del hecho, Santa y su hijo Steve (Hugh Laurie) ven como absolutamente imposible que, dada la falta de tiempo, puedan cumplir con la pequeña. A partir de ese momento correrá por parte de Arthur (James McAvoy), hijo menor de Santa, lograr que el regalo llegue a la niña, e impedir que esta deje de creer en la Navidad. 
Si he de ser sincero, debo decir que no tenía idea de, con qué me iba a encontrar. Lo que pasa es que si uno hiciera un seguimiento de todos los filmes navideños que se hacen, año a año, notaría que una gran mayoría de estos parecieran ser productos del "recorte y pegue", lo que lleva a que sean muy aburridos.
Cuando me enteré de su estreno, en seguida me surgieron dos corrientes de pensamiento, opuestas, una de la otra. Por un lado me cuestioné el hecho de que una productora hubiese decidido lanzar al mercado otro bodrio navideño, seguramente repleto de los típicos clichés. Por otro lado, en cambio, supe preguntarme si acaso en esta Operación Regalo no habría algún giro que la distinguiría de las otras películas del mismo estilo y al final me terminé llevando una sorpresa muy grata.
En esta nueva visión cinematográfica de las actividades de Santa, ya no se parte de la idea de que este sujeto gordito y de barba canosa sea un inmortal, quien durante siglos se haya estado dedicando a complacer a billones de niños en todo el mundo. Por el contrario, y al igual que en el resto de los mortales, Santa forma parte de una familia con varias generaciones y en donde cada tanto tiempo va surgiendo un nuevo San Nicolás.
Según lo que se nos muestra, y considerando el siglo en el que vivimos, Santa ha podido valerse, últimamente, de lo mejor en alta tecnología, para trabajar de manera más rápida, cómoda y segura, a bordo del espléndido S-1, una suerte de nave especial y fácilmente confundible con un OVNI. Al mismo tiempo, a Santa lo acompaña todo un equipo de pequeños y ágiles elfos, quienes conforman un elemento fundamental en cada operación.
Sobre el comienzo de la película nos enteramos de cómo viene a ser la compleja metodología de trabajo de Santa Claus, cuyos elfos se mueven, tal cual gimnastas olímpicos, entregando sus regalos al mejor estilo de Ethan Hunt en Misión Imposible. Por si fuera poco, Santa cuenta con unas impresionantes instalaciones, dignas de la NASA, desde las cuales se le está haciendo un completo y constante seguimiento, minuto a minuto, de sus avances alrededor del planeta. De estas instalaciones está al mando el inigualable Steve Christmas, hijo mayor de Santa, individuo que lleva de manera impecable el cumplimiento de sus tareas, pero de quien más adelante sabremos que carece de una verdadera noción de cuál es el significado de las fiestas. Luego, por otro lado conocemos a Arthur, encargado de recibir, responder y ordenar las millones de cartas que le llegan a su padre. Arthur, el menor de la familia, veremos que es bastante torpe, si bien cumplirá muy pronto un rol primordial en la película, por ser, de la familia, a quien mejor le quede el apellido, algo de lo que podrá sentirse orgulloso. 
Los problemas para Santa empezarán cuando, por un pequeño accidente, un regalo sea movido de su ubicación, de modo que, cuando los obsequios deban ser entregados, este (una bicicleta para una niña) pase desapercibido y no llegue a su destino. Al momento de acabada la misión y cuando Santa ya se ha ido a dormir, una elfa que se está encargando de la limpieza se topa con este, perdido entre la mugre y da la alarma en seguida. 
Llegados a este punto, y ya con Santa, Steve y Arthur y todos los elfos enterados del percance, surgirá entonces una disputa entre si será o no posible entregar esta bicicleta y, si acaso, por primera vez en la historia habrá que aceptar que, luego de tantas misiones, el perfecto y tan meticulosamente planeado plan de trabajo de los Christmas ha tenido una falla. 
La situación aquí no podría haber sido planteada de mejor manera, en donde tenemos por un lado a Santa y a Steve, un padre y un hijo que desean dar la misión por terminada, para irse a descansar, y que pretenden que Arthur, quien según ellos, poco entiende del asunto, comprenda que, considerando los varios millones de obsequios que se entregan, uno solo que no llegue a destino no debería molestarlo. Sin embargo, a uno le es mucho más fácil estar de acuerdo con Arthur, quien es el único que realmente vive el espíritu de la Navidad y el único que ha tenido la oportunidad de leer la carta de Gwen, en donde la niña le contaba a Santa que ella cree en él. Arthur sabe que ningún niño merece que lo dejen sin regalo, y que no podría existir peor dolor que el de ver despertarse por la mañana a una pequeña, para descubrir que su bicicleta no está debajo del árbol. 
Un preocupado Arthur termina hablando con el Abuelo (Bill Nighy) sobre el asunto. El Abuelo, que es uno de los personajes más interesantes de la película, un cómico viejito de 137 años, bajito y encorvado, que usa un bastón y una dentadura postiza. Acaba siendo, sumamente interesante, cómo este hombre, por el cual ninguno de sus familiares daría un peso, pasa a ser la voz de la sabiduría y de la experiencia, y quien guíe a su nieto en el camino hacia hacer las cosas como se deben.
El Abuelo propondrá a Arthur salir a entregar ese último regalo, pero no en una nave de avanzada, sino, en un trineo tirado por renos, y si bien Arthur no se muestra muy convencido al principio, al final acaba cediendo, aventurándose a lo que será, de aquí en adelante, prácticamente una road movie, interpretada, en gran parte, por ellos. A lo largo del camino hacia el pueblo de Trelew en Inglaterra (hogar de la niña), Arthur y su abuelo deberán pasar por un montón de situaciones descabelladas, que incluirán el tener que enfrentarse a una hambrienta jauría de leones (y cuya resolución será algo completamente disparatado), evadir a la policía, o el ir perdiendo, uno a uno, a cada uno de los renos que tiran del trineo, a lo largo de distintos escenarios, lo que los obligará a tomar medidas, primero absurdas, más luego, podría decirse que “extremas”.
Cuando la cinta esté acercándose a su desarrollo final será cuando, tanto Steve como su padre, puedan llegar a entender a qué se refería Arthur cuando insistía en la importancia de que todo niño recibiera su regalo y sin importar la dificultad que eso implicara. 
La inteligencia con que los directores han puesto en imágenes el planteo, es tan sobresaliente que uno podría incluso llegar a preguntarse “¿Porqué tuve que crecer y dejar de creer en Santa Claus?”. Fuera de los tantos finales, que como ya, antes dije, parecieran cosa del “recorte y pegue”, en este caso nos encontramos ante un guión que recurre a material e ideas frescas, para centrarnos en el significado de los obsequios y descubrir la magia que acompaña a ese momento en el que el niño abre el regalo y sonríe.

Mi puntaje: 8/10


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