Título: El Ciempiés Humano II: Secuencia Completa (The Human Centipede II: Full Sequence)
Año: 2011
Género: Terror
Director: Tom Six
Guión: Tom Six
Duración: 88min
Reparto: Lawrence H. Harvey, Ashlynn Yennie, Maddi Black, Kandace Caine, Dominic Borrelli, Lucas Hansen, Lee Nicholas Harris, Dan Burman, Daniel Jude Gennis, Georgia Goodrick, Emma Lock, Katherine Templar, Peter Blankenstein, Vivien Bridson, Bill Hutchens
Produc.: Six Entertainment Company
En
El Ciempiés Humano II: Secuencia Completa, Martin es un guardia de seguridad, quien inspirado por el ficticio Dr. Heiter (Dieter Laser) se prepara a llevar a cabo su propia versión del insecto.
Noviembre de 1957. Plainfield, Wisconsin. La policía que investiga la desaparición de Bernice Worden, chequea la casa de Edward Theodore Gein, a quien ven como posible sospechoso. Cuando ingresan a su propiedad se encuentran con el cuerpo de Worden colgando de los tobillos, decapitado y abierto por el torso. Pero, eso no es todo. Hallan también diez cabezas de mujer, a las que falta la parte superior, pantallas de lámpara y asientos hechos con piel humana, y platos de sopa hechos con calaveras, entre algunas disparatadas artesanías. Tras ser detenido, Ed Gein es declarado enfermo mental y encerrado en un psiquiátrico.
Setiembre de 1987. Jeffrey Lionel Dahmer conoce a Steven Toumi en un bar gay, en donde beben juntos, para luego retirase a un hotel. A la mañana siguiente Dahmer halla a Toumi muerto, sin recordar cómo fue que lo mató. En seguida compra una maleta, en donde lo lleva hasta el sótano de su abuela. Allí mantiene relaciones con el muerto, para después descuartizarlo y tirarlo a la basura, con excepción de la cabeza, a la que hierve y blanquea, para exponerla como trofeo.
Las descripciones anteriores corresponden a breves segmentos de la obra de dos de los más famosos asesinos seriales de Estados Unidos, y que a diferencia de Tom Six, “sí” que estaban locos.
Muchos son los que han catalogado a este director de anormal, por lo grotesco de su cine. Yo, por el contrario, no creo haber visto nada que pudiera demostrarme otra cosa, que su enorme capacidad imaginativa. Creo que llevar al horror a nuevos extremos no debería ser sinónimo de demencia, ni motivo de rechazo. Tratándose además, del género de lo macabro, nada mejor que un director dispuesto a retorcernos los intestinos.
Eso sí… El día en que me entere de que Six realmente experimenta con personas, ahí sí, que cambio de parecer. Mientras tanto, mantengo mi postura.
La imagen es en blanco y negro. Dos chicas, unidas a un cadáver, sufren por culpa de un cirujano retirado a quien le faltan algunos jugadores, más no, conocimientos de anatomía. La cámara entonces retrocede para alejarnos de la escena y dar paso a los créditos finales. Uno no puede evitar sentirse confundido, hasta que, de pronto, todo se aclara. Six nos ubica en la caseta de Martin, el guardia de seguridad de un estacionamiento, quien, en su notebook, acaba de ver la película.
De pronto, uno nota que la crominancia sigue sin aparecer. Es que Six había tenido, desde un principio, la intención de rodarlos así, a ambos filmes. Sin embargo, recién ahora lo ha implementado. Su impresión de que el blanco y negro agregaría un mayor toque de horror, no era errada.
La elección de Lawrence R. Harvey como Martin, no podría haber sido más perfecta. Obeso, de mediana altura, ojos grandes y frente amplia, resulta más que adecuado para el papel del criminal.
Mientras corren los nombres del equipo técnico, Martin, pensativo, se toma levemente el labio inferior. Estamos ante un hombre que ha visto algo asqueroso y que ahora medita sobre ello. ¿Qué podría salir de esto? Seguro que, nada lindo.
Desplazándose en su silla, Martin se aleja hacia su otro monitor, en donde figura lo captado por las cámaras de vigilancia. Justo es testigo de una pareja en plena disputa. Martin toma un fierro, con el que se pone de pie, y practica el golpe que planea asestarles, aunque también lleva consigo un arma.
Six incluye además, parte de su vida hogareña. Martin convive con una madre gritona que lo destrata, y que llega a expresarle, a él y a otro vecino desquiciado, sus ganas de morirse. En una escena ella pretende matarlo mientras duerme, pero al final es ella la sentenciada. Nada sabía ella, de lo que su hijo era capaz.
Todavía no hemos visto lo más interesante, pero Six ya nos ha dado algo para la impaciencia.
Hasta el momento El Ciempiés Humano II casi carece de diálogo. Tanto sea que Martin esté en su casa, como afuera, sólo lo oímos proferir gruñidos o gritos de rabia. Gran elección de un director, que ha sabido como valerse de los silencios.
Mucho antes de que llegue la secuencia del título, Six dedica su buen espacio, a la recolección de víctimas, y no exagera. De esta forma apreciamos la decadente salud de Martin, a quien la muy buena interpretación de Lawrence asegura un clima tenebroso y un personaje que asuste. Se nos deleita, además, con algunas escenas de tensión y de suspenso, que Six incluye sin reparos. Cuando sudoroso, atacado por el asma, e imposibilitado de golpear a una mujer embarazada, Martin recurre al inhalador, Six ha logrado que su personaje nos produzca hasta repugnancia. Sucede que Martin es feo, estéticamente desagradable, tiene una pinta de pervertido, visible a la legua, y encima de todo, falta que haga su proyecto.
Una vez que hemos asimilado todos estos rasgos, comprendemos que ningún atlético y bien vestido Patrick Bateman Psicópata Americano (2000), habría tenido el mismo efecto.
A Martin podrían criticársele muchas cosas, pero nunca, la falta de empeño. Su estudio minucioso de la cinta de Tom Six, lo ha llevado a hacerse una carpeta con notas. En ella es donde conserva sus dibujos, sobre cómo realizar los procedimientos.
Cada día Martin reúne a nuevos desafortunados en su escondite, a quienes entrega a la oscuridad del casi abandono, a escuchar los gritos ahogados de otros, o para unírseles.
En una ocasión en la que prepara a uno de los cuerpos, otro víctima logra gritarle ¡es sólo una película!, desde su posición desfavorecida, y como si eso fuera a cambiar algo.
Llega entonces, el momento tan esperado. Martin ya tiene consigo a las doce piezas. Estas, desperdigadas por el piso, aguardan aterradas, a que acontezca lo inevitable, amordazadas, transpiradas, mugrientas, llorosas y muertas de hambre. El juego más divertido en el que Martin jamás haya participado, está por comenzar. De aquí en más, superará con creces al del Dr. Heiter. Lo único, eso sí, es que será más desprolijo. Martin nada sabe de anatomía, sus víctimas no serán sedadas antes de unirlas, ni su método demostrará habilidad alguna.
Con su primera película, Six daba forma, lo que empezara como un chiste entre amigos, aunque sin exprimirlo lo suficiente.
Con esta secuela consigue en cambio, dar nueva forma y mejores (y mayores) dimensiones, a su idea, para espantarnos y al mismo tiempo, deleitarnos. Six descarta la fotografía colorida y usa la palabra hablada, sólo como último recurso.
Si tuviera que mencionar algún problema, diría que el hecho de que Martin se viera inspirado por una película, ha estado, sinceramente, de sobra. Se nos da a entender que él recoge la idea del ciempiés, tras haber visto El Ciempiés Humano I de Tom Six. O sea que Six ha diseñado un universo en el que abita Martin. Individuo que está, en efecto, trastornado, y dispuesto a imitar, ahora sí, lo visto en un producto de la ficción, escrito, dirigido y producido por este director.
Six podría haber dejado que tanto Heiter como Martin pertenecieran al mismo universo, y así evitarnos ver su nombre en la notebook de su guardia.
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